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Pezuñas y Pezoneras

Se sigue insistiendo, erróneamente, que para reducir la deforestación, optimizar el uso de recursos naturales y adaptarnos al cambio climático, dejemos de comer carne bovina y tomar leche o en su defecto, volcarnos hacia sistemas industriales de confinamiento animal.

24 de febrero de 2014

Las soluciones, como ya se han planteado en este mismo espacio, vienen del lado del establecimiento de sistemas  ganaderos sostenibles (de carne y leche), en los cuales nuestro país tiene no solamente la experiencia en su montaje eficiente, sino la necesidad de aprovechar los mercados locales y externos, que cada vez más están girando sus requerimientos hacia temas ambientales,  de bienestar animal y de alimentación basada en pastos.

Ahora bien, si se trata de encontrar alternativas a la producción rural, contribuir a la seguridad alimentaria regional  y atender las demandas del mercado por proteína animal,  la piscicultura (si, también en forma sostenible y esta vez en confinamiento), surge no solamente como complemento (o sustituto) a la producción de carne y leche sino  como respuesta a la pérdida del recurso pesquero (tanto marino como continental), ocasionado por sobreexplotación de las especies y por contaminación hídrica.

Sólo para citar un triste ejemplo de agua dulce: en un lapso de 40 años, la Cuenca del Río Magdalena pasó de tener volúmenes de pesca cercanos a las 70 mil toneladas a las 8 mil toneladas en 2012. Y es así cómo esta pérdida de proteína animal, en cuatro décadas,  ha sido reemplazada por los “cultivos de peces”  (65 mil toneladas en 2012), por importaciones  o simplemente por la ganadería ineficiente.

A nivel mundial, la producción acuícola, según la FAO, ha crecido durante los últimos 30 años doce veces, contribuyendo hoy en día con un 44% de la oferta de recursos pesqueros, cuyo total asciende a 160 millones de toneladas. De hecho, pasó desapercibido que en 2013 la producción mundial derivada de “fincas acuícolas” -70 millones de toneladas -   haya sobrepasado el volumen de producción de carne bovina. Al igual que en el ganado, factores asociados a una mejor alimentación, a mejores prácticas y mejoramientos genéticos han permitido este crecimiento acuícola, que ha permitido incluso recuperar especies nativas afectadas por la sempiterna contaminación de nuestros ríos o mares.

Colombia, a pesar de todo, sigue teniendo una gran riqueza hídrica y una gran biodiversidad (no olvidar incluso los peces ornamentales como fuente de ingreso), que, sumado a las condiciones positivas de los mercados locales y externos, le permitirá a aquel ganadero, que sólo piensa hoy en  pezuñas o pezoneras, tener en la palabra “pez” un complemento (o alternativa) sostenible de producción de carne y conservación de su entorno natural.