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Coca, cacao, educación y voces ciudadanas

En el departamento del Putumayo confluyen grandes iniciativas que buscan disminuir las presiones de la deforestación y dar alternativas de vida a sus comunidades.

Natalia Borrero
7 de agosto de 2019

Los jóvenes del Colegio San Agustín aún tiemblan cuando truena y arrecia la lluvia cerca al río Sangoyaco, en Mocoa, Putumayo, donde se da la conectividad entre zonas andina y amazónica. Ellos tienen vivo el recuerdo del rugido provocado por la avalancha, donde piedras enormes rodaron montaña abajo con troncos y lodo. La mayoría de familias de pueblos de los Pastos, Awa, Siona, Inga, Paes, Kametza, Cofanes, Afros del Cauca, emigrados de Nariño y Cauca, viven la doble tragedia, la del desplazamiento y la desaparición de seres queridos. 

La masacre paramilitar del Tigre, en el puente sobre el río Guamuez, municipio de la Hormiga, el 9 de enero de 1999 y la matanza de campesinos en la vereda El Placer se suma a traumas infantiles, aun a flor de piel. Sanan heridas gracias a las estrategias de pedagogía ambiental del colegio. El “Museo Itinerante Historias y Dolores Entrelazados de la Violencia de Putumayo, desde las voces de los niños” (1),  es un ejemplo de reconciliación que une voces de jóvenes y docentes. Esas voces las hacen llegar de Mocoa a la Cumbre Ambiental Colombiana 2019. Ese espacio ciudadano que se constituye en un referente receptor del eco de regiones en materia de educación ambiental, tema prioritario que urge adaptar a las culturas e historia del sur del país.

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Desde el medio Putumayo, la educación y la conservación del bosque son objetivos del Centro Experimental Amazónico CEA, de 131 hectáreas, ubicado en la vía de Mocoa a Villagarzón. En ese predio de selva, el Parque Surama (danta en lengua uitoto), el Jardín Botánico de Plantas Medicinales, el vivero de especies endémicas, el Centro de Recepción y Recuperación de Fauna Silvestre (decomisada) y la Maloka en el centro del humedal, acogen, en grandes eventos, a los Taitas y Chamanes para la ceremonia del yagé. Con los servicios ambientales que presta el CEA, Corpoamazonia contribuye, desde el Sistema Nacional Ambiental SINA, a dar cumplimiento a la Sentencia 4360 del 2018: la Amazonia sujeto de derechos. 

La respuesta institucional, con programas educativos adaptados al contexto multicultural, se suma a la de los vecinos del barrio el Carmen en el Bosque de Paz, (en homenaje a las víctimas de la avalancha), y a la oferta de la Corporación Ecoturística y el Teleférico “Fin del Mundo”. Así se suman esfuerzos públicos y privados para responder a la Sentencia. 

Foto: Margarita Pacheco

En los municipios de Puerto Asís y La Hormiga, en frontera con Ecuador, está la mayor empresa comercializadora de frutos amazónicos,  CorpoCampo, (obtuvo el Premio Negocios para la Paz en Oslo en 2018 y genera 120 empleos directos) exporta a Canadá, Holanda, México, Francia y vende en grandes superficies productos gourmet de la selva colombiana. Agroinpa, a otra escala, también compra frutas de Asociaciones de Agricultores, ex cocaleros convencidos de los beneficios de la sustitución de cultivos. Estos negocios de frutas y palmitos hacen la diferencia, comercializando productos amazónicos a nivel nacional e internacional. 

La planta recicladora de plásticos Biofuturo, en Puerto Asís, que produce madera plástica a partir del residuo plástico de poblados de la región, es otra de las empresas que la autoridad ambiental viene apoyando para contribuir a reducir la deforestación. Produce postes para fincas y muebles de parques de “madera plástica”, y distribuye en toda la región. A lo largo del Sendero de los Espíritus, camino a las cascadas del “Fin del Mundo”, puentes, escaleras y pasos, con madera producida por recicladores, facilitan el peregrinaje a los sitios sagrados. 

Tanto el turismo de naturaleza como las plantaciones asociativas de cacao, palma de asai, chontaduro, palmitos, pimienta, cocona y otros frutos de la selva del Putumayo ilustran opciones educativas y empresariales que reducen la deforestación y los cultivos ilegales. El efecto del viaje a Tailandia de 23 sembradores de coca, gracias al apoyo de la Cooperación Alemana GIZ, realizado en compañía de Alexander Mejía, director de Corpoamazonia y de funcionarios de Antinarcóticos, produjo el milagro: el viaje puso en evidencia que se puede salir pacíficamente del flagelo del opio y del tráfico de drogas, a través de la educación y las opciones de sustitución. Hoy, Arbey y Hermes, líderes de asociaciones de agricultores, ex cocaleros “conversos”, están convencidos que la biodiversidad les presta servicios a sus plantaciones de cacao y palma de asai. Por eso se arrepienten de haber tumbado y quemado tantas hectáreas de selva, que ahora cuidan y restauran.    

Arbey y Hermes sembraron coca durante un tiempo, hoy lo cambiaron por cacao. Foto: Margarita Pacheco

El viaje al Putumayo permite entender los efectos nefastos de la aspersión con glifosato y la amenaza que representa para los Negocios Verdes, donde cientos de familias rurales han puesto sus esperanzas de paz. La Reserva Campesina de la Perla Amazónica, de 22 mil hectáreas en la vereda La Piña, por el Caño Cuembi Comandante, muy cerca de la frontera, es un ejemplo de trabajo asociativo, que evidencia, entre otros, prácticas educativas adaptadas a estimular la sustitución y el renacer de opciones: incubadora de pollitos con energía solar, cría de abejas meliponas,  vivero, aula para recibir y alojar a líderes campesinos amenazados. 

Allí el PNUD apoya el cumplimiento de la Sentencia 4360, estimulando la generación de nuevas economías locales. Estos procesos educativos en zonas impactadas por el conflicto, confirman la teoría de Augusto Ángel Maya, quien propuso, desde hace tres décadas, un enfoque de educación ambiental basado en el respeto de la diversidad cultural, como estrategia adaptativa para la conservación de  ecosistemas amazónicos complejos.   

A lo largo de la vía al pueblo de la Hormiga se alinea el oleoducto Transandino, que va de Orito a Tumaco. Es allí donde la nueva sede de frontera de Corpoamazonia atenderá la variedad de proyectos productivos y de emprendimientos asociativos en curso. Rondan sin embargo, los fantasmas de aspersiones con glifosato anunciadas por el Ministerio de Defensa, (3) y agentes de carteles de la droga que protegen  corredores estratégicos para sacar la droga de la selva hacia el mar. Es en este ambiente de incertidumbre que la juventud amazónica se está educando, temiendo agresiones pero con la esperanza de recuperar las selvas destruidas.   

(1) El Colegio San Agustín y el  CEA serán escenarios del Festival de Cine Amazónico FICAMAZONIA 2019 en Mocoa, del 3-6 de octubre. Películas, Educación ambiental, Negocios Verdes y Ecoturismo Comunitario, adelantados por Corpoamazonia, el SINCHI, y otras entidades aliadas, ofrecerán una variada agenda cultural.  

(2) La Cumbre Ambiental Colombiana 2019, realizada en julio 18719 en la UTADEO, Bogotá, bajo el liderazgo de Carlos Fonseca y su equipo, adelanta la edición de recomendaciones sobre iniciativas ciudadanas. 

(3) La Dirección Antinarcóticos, informa a los Alcaldes del Putumayo en carta radicada el 18 de julio 2019, que “dará continuidad en el segundo semestre del año 2019 a la ejecución del Programa de erradicación de Cultivos Ilícitos mediante Aspersión Terrestre con Glifosato (PECAT) a nivel nacional, en cumplimiento a la resolución No 001 del 11/01/17 expedida por el Consejo Nacional de Estupefacientes CNE, bajo los parámetros del Plan de Manejo Ambiental establecido por la Autoridad Nacional de Licencias ambientales ANLA. Firmado Mayor General Jorge Luis Ramírez Aragón, Director de Antinarcóticos