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Cómo pensando diferente se transforma un país

A diferencia de lo que muchas personas creen, el reciclaje no es un concepto netamente ambiental, se trata de una actividad económica, y como tal, debe buscar ser rentable en medio de un sistema económico que se ve influenciado por las dinámicas del mercado de commodities, compitiendo con materias primas vírgenes, donde el factor diferenciador son los bajos precios.

25 de marzo de 2014

Reducir la cantidad de materiales que se llevan a disposición final no es una ecuación de primer grado, sino una de varias variables, y pocas de ellas, controlables.  

¿Sabía usted que técnicamente hablando, todos los materiales con los que estamos en contacto diariamente son reciclables? Entonces, ¿por qué no todo se recicla?  La respuesta, por más increíble que parezca, es porque no existe un mercado.  Como sucede con cualquier materia prima o producto “nuevo”, para que alguien quiera producirla, debe haber alguien dispuesto a distribuirla y consumirla.  En el caso de los materiales reciclables no existe diferencia, y es por esto que el reciclaje no puede ser tomado simplemente como un concepto ambiental de la protección del planeta, sino también como una actividad con matices claramente económicos y sociales.
Por lo tanto, por más esfuerzos que realicen los gobiernos en formalizar a las organizaciones de recicladores, en financiar las redes de recolección, en crear impuestos “verdes” y en educar al consumidor en la separación adecuada de residuos, sin un mercado final, los materiales terminarán indefectiblemente en el relleno sanitario.  Por lo tanto, dentro de todas las iniciativas necesarias para llevar los niveles de reciclaje de un país a niveles sostenibles, la creación de industria recicladora debe ser una prioridad, pues es la industria quien crea la demanda, define un precio por esa materia prima (que era considerada un residuo) y la que en definitiva forma la “cadena de valor” de un material en específico.  

¿Quién y cómo se crea esta industria?
Los “clientes” naturales para este tipo de iniciativas son aquellas empresas que están buscando diversificar sus fuentes de materias primas o incluso su portafolio de productos.  En este sentido, el rango de empresas manufactureras que podrían buscar esta estrategia crece cada día considerablemente, pues ¿no es esto lo que toda compañía busca: reducir su dependencia de proveedores, de materias primas, incluso de clientes? Ahora, si además de esto, la compañía tiene claros objetivos orientados a la responsabilidad social, el reciclaje ofrece un atractivo difícil de superar.

Una vez identificada esta necesidad, sigue la investigación, la cual típicamente es costosa.  Es allí donde hay que “echar mano” de otra necesidad: ¿qué otras empresas están interesadas en encontrar un uso a sus residuos?  Es sorprendente el creciente número de compañías que actualmente están involucrando dentro de su responsabilidad social corporativa, la búsqueda de soluciones que conviertan a sus residuos, en materias primas.   Por sólo mencionar un ejemplo, Tetra Pak tiene dentro de sus objetivos para el 2020, lograr una tasa de reciclaje de sus envases del 40%, ¿cómo lograrlo?, realizando alianzas con empresas locales en cada país, para motivar el reciclaje de sus envases.

Después de vinculadas las necesidades y creada la demanda, el paso a seguir es organizar la cadena: desde los acopiadores y distribuidores de la materia prima (mejor conocidos como recicladores y bodegueros), hasta los transportadores.  En el caso colombiano particularmente, es esta cadena la que dificulta el movimiento de los materiales.  Según datos suministrados por Cempre (Compromiso Empresarial para el Reciclaje), en Colombia el costo de reciclar una tonelada de material en Colombia tiene un costo de aproximadamente $350.000, esto implica que hay residuos reciclables que hoy en día, no son rentables para ser comercializados.  

Sin embargo, estos altos costos no son exclusivos del sector del reciclaje de materiales, se trata de un problema estructural de competitividad del país, pues como indica el Informe Nacional de Competitividad 2012-2013 “(…) no se pueden esperar resultados diferentes si el país sigue produciendo lo mismo y de la misma manera como se hacía hace una década”.  Es por esto que la competitividad de un país como Colombia se potenciará sólo si empezamos a pensar diferente, por ejemplo, usando nuevas materias primas, aplicando nuevos procesos, creando productos diferenciados.

Compañías creativas en el mundo


Un ejemplo interesante de estudio es la industria automotriz.  Según un informe de la Automotive Recyclers Association en Estados Unidos, para citar sólo un caso, hoy en día los automóviles nuevos están compuestos de aproximadamente un 20% en peso de material reciclado post consumo.  Todo, las alfombras viejas son transformadas en piezas para sistemas de aire acondicionado y módulos para ventiladores de motores, mientras que por ejemplo los neumáticos usados son convertidos en pedales para frenos y tapetes.  Este tipo de aplicaciones crea un mercado de bienes de alto valor para los residuos reciclables,  en donde un producto de alto precio puede crear una cadena de valor con mayor valor de compra, y por ende, mayor interés por su recuperación.

Otro caso sucedió en Brasil, en donde desde mediados de la década de los noventa, Tetra Pak comenzó a buscar opciones de reciclaje para eliminar la disposición final de sus envases en rellenos sanitarios.  Técnicamente, el reciclaje de la fracción del papel del envase no había sido un problema, sin embargo, el rechazo (una mezcla de plástico y aluminio), hacía que la industria del reciclaje fuera renuente a trabajar con el material por lo que se necesitaba encontrar una solución para este desecho.  Para ello se desarrolló el proceso de fabricación de tejas (al presionar en caliente la mezcla del aluminio con el plástico) las cuales son más livianas y tienen mejor resistencia mecánica que las de fibrocemento. Con este nuevo desarrollo, para el 2005 los precios de compra del envase aumentaron en un 300% en comparación con los precios del año 2000, logrando por lo tanto aumentar las cantidades de envases post consumo recuperados en el país.