OPINIÓN
De la sala de mi casa a los parques nacionales
Estudios han demostrado los beneficios de que los niños contemplen la naturaleza. Se dice que esto mejora la salud, su capacidad de atención, su desarrollo cognitivo, la adquisición de valores y muchos más. Sin embargo, es un tema importante también para jóvenes y adultos.
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¿No les ha pasado que comienzan buscando un video de una canción en YouTube y terminan viendo videos de cómo hacer compost en casa, ensamblar modelos de aeronaves o viendo gatitos?
Algo así me pasó hace unos días, cuando desencadenaron en mi cabeza una serie de pensamientos (que iré enumerando para que vean la secuencia de estos) que me hicieron pasar de la felicidad a la frustración, de la tranquilidad a la rabia en cuestión de segundos (en este caso no hubo final feliz como lo son los videos de gatitos).
Todo comenzó cuando contemplaba una pared de mi casa que acababa de pintar de verde (#1). Después de tantos meses de encierro me he dedicado al diseño de interiores y comencé con esta pared. Verde, al igual que las múltiples plantas de interior que he comprado y del color de algunos de los pocos árboles que veo desde mi ventana. Ante este nuevo hecho de rodearme de elementos verdes en mi vida, caí en cuenta de que estaba tratando de suplir con ello las salidas a correr a las montañas, los paseos por la sabana de Bogotá, la vista desde mi oficina (que da a los cerros orientales de Bogotá) o simplemente el poder sentarme en la banca de un parque a ver sus árboles (#2). Estaba llevando el verde que siempre me había rodeado al interior de mi apartamento.
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Múltiples estudios han demostrado los beneficios que tiene contemplar la naturaleza para niños y niñas, se dice que esto mejora su salud, su capacidad de atención, su desarrollo cognitivo, la adquisición de valores y muchos más. Hasta hay un síndrome o trastorno por déficit de naturaleza. La realidad de estos beneficios aplica también para jóvenes y adultos, reduciendo la fatiga o depresión, mejorando la presión sanguínea al haber liberación de endorfinas, y de alguna manera haciéndonos sentir libres.
Así que luego pensé, bueno cuando el encierro terminé lo primero que haré será retomar este verde y volver a la montaña, ir a un área protegida, o internarme en la naturaleza (#3). Así que comencé a soñar y a planear esa aventura, cuando inmediatamente mi cerebro pensó, ¿y cómo, a dónde sería este viaje?
¿Los cerros de Bogotá? No, eso es meterse en la boca del lobo, ¿tal vez ir a un Parque Nacional Natural? ¿Si, pero a cuál? Ya ni los propios guardaparques pueden estar en sus áreas protegidas. Cómo olvidar que en lo que va del año, guardaparques de 10 de las Áreas protegidas de la Amazonia Colombia (La Paya, Chiribiquete, Apaporis, Puré, Cahuinarí, Nukak, La Macarena, Tinigua, Picachos y Puinawai) han sido amenazados y muchos han tenido que dejar estos territorios (#4). Estos territorios, tristemente, dejaron de ser para el goce de los colombianos y pasaron a ser territorios de disputa entre bandos armados. Así que descarté la idea de hacer turismo por nuestras áreas protegidas (#5).
Así que dije bueno, alquilar una finquita en alguna montaña del país, alejada de todo y de todos, y nuevamente esa voz interna me dijo, ¿alejada? ¿Y si pasa algo? ¿Quién te oirá si pides auxilio? (#6). Solo en lo que va corrido del año han matado a 185 líderes sociales y ambientales que viven estas mismas montañas y día a día solo quieren proteger un nacimiento de agua, el remanente de un páramo, el relicto de un bosque o simplemente quieren evitar que aquello que nos mantendrá con vida como humanidad por los próximos siglos, sea transformado al punto de no retorno.
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En este momento terminé esta conversación de 20 segundos conmigo misma, y me invadió la tristeza y el miedo de seguir viviendo en un país donde nunca hemos podido disfrutar de nuestros recursos naturales, recorrerlos, contemplarlos y menos aprender de ellos. Comprendí así dos cosas: 1. ahora la biogeografía se aprende en las noticias, conocemos nuevos municipios, veredas, corregimientos y accidentes geográficos debido a las atroces masacres que enlutan nuestro territorio, y 2. que muchos colombianos seguirán interactuando con la naturaleza y sus recursos solo al abrir la llave del agua, ir a un supermercado (o ahora pedir a domicilio) o comprar unos nuevos aretes, otros los seguiremos conociendo desde nuestras profesiones, y muchos más morirán defendiéndolos. Algo inquiétate, ¿no?
Siguiendo con el diseño de interiores, pinté la pared de mi cuarto de color azul, pero esta vez me niego a contemplarla, a interpretarla o a permitirme soñar con un viaje al mar…