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La bebida más peligrosa

Colombia es una potencia hídrica. Después de Brasil, Rusia, Estados Unidos, Canadá y China, ocupamos el puesto de mayor concentración de fuentes de agua dulce. Por lo tanto, es inevitable trabajar sin descanso para alcanzar el acceso universal y cerrar las brechas.

Angélica Raigoso Rubio
25 de agosto de 2020

El escritor catalán Jaume Perich dijo: “La bebida más peligrosa es el agua. Te mata si no la bebes”. Tenía razón y más aún en estos días que atravesamos por una de las emergencias sanitarias más impactantes de la historia.

En el mundo, más de 100 laboratorios están en la carrera por desarrollar, producir y distribuir la vacuna contra la covid-19. Para bien de la humanidad, ojalá llegue más temprano que tarde. Sin embargo, no podemos dejar de lado que la forma más infalible de prevenir esta y otras muchas enfermedades es el acceso al agua potable.

Colombia es una potencia hídrica. Después de Brasil, Rusia, Estados Unidos, Canadá y China, ocupamos el puesto de mayor concentración de fuentes de agua dulce. Por lo tanto, es inevitable trabajar sin descanso para alcanzar el acceso universal, cerrar las brechas entre el campo y las ciudades, y entre barrios formarles e informales. En este sentido, en 2020 cumplimos cinco años de haber adoptado los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Uno de ellos trazó la meta de asegurar que en 2030 todas las personas que vivan en Colombia tengan acceso al agua y al saneamiento básico.

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El desafío no es menor y la unión es la salida. No hay discrepancia ideológica en un tema como estos. Debemos alinearnos como un equipo integrado por alcaldes, gobernadores y el Gobierno nacional con el fin de facilitar las condiciones para que la equidad sea una realidad en Colombia. Por eso, el rol de los mandatarios regionales, que en septiembre cumplirán ocho meses en sus cargos, son cruciales para que nuestra capacidad de coordinación y el rigor técnico de los proyectos sean la plataforma de despegue de la cobertura, la calidad y la continuidad del agua potable.

Los alcaldes llevan sobre sus espaldas la responsabilidad de la prestación de los servicios de agua potable y saneamiento básico en sus municipios. Por eso es fundamental que se apoyen en personas idóneas al frente de las empresas de servicios públicos y que impulsen decididamente la agregación de prestadores en esquemas conjuntos de operación con el fin de lograr escalas óptimas de población atendida. Así podrá mejorar el desempeño de las empresas de servicios con tarifas más bajas y disminuir la presión en los presupuestos municipales. Necesariamente tenemos que aumentar la relación de la población por número de prestadores.

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El Gobierno nacional ha dispuesto equipos robustos de asistencia técnica para acompañar a las entidades territoriales en sus decisiones, estructurar proyectos, responder a las necesidades de acuerdo con los contextos precisos de cada municipio y avanzar con la implementación de prácticas gerenciales como los estándares de Gobierno corporativo de las empresas prestadoras. Esta oferta institucional marcha las 24 horas de los 7 días para beneficiar a más de 8 millones de personas. El esfuerzo es significativo. Las inversiones ascienden a más de 1 billón de pesos. No obstante, la tarea hay que reforzarla con la participación activa de quienes son la primera línea de respuesta del Estado en las regiones.

El trabajo conjunto es la única manera de lograr resultados sostenibles. Es un asunto de estar a la altura de la posición de Colombia a nivel global en cuanto a riqueza hídrica y transformar vidas a nivel local. De lo contrario, constataríamos, como decía Perich, que el agua es la bebida más peligrosa.