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La tendencia a urbanizar los desastres

Los acuerdos internacionales sin difusión y pedagogía a nivel local tienen el riesgo de convertirse en letra muerta.

13 de abril de 2015

Hace dos semanas se celebró en Sendai, Japón, la III Conferencia para la reducción de riesgos de Desastres, en donde participó por Colombia con dos delegaciones, una por el país y una por Bogotá (juntas pero no revueltas). La primera con asiento y poder de negociación en la sala principal, la otra, representando al conglomerado de ciudades adscritas a dos redes mundiales de ciudades, con status consultivo ante las Naciones Unidas. 

En este escenario de la diplomacia internacional, las ciudades, con todo su aparato institucional, siguen siendo subestimadas por los gobiernos nacionales en la agenda internacional. Las ciudades son parte de los llamados “grupos mayores”, al igual que las ONGs, la academia, los pueblos indígenas, las organizaciones de mujeres y otros grupos reconocidos por la ONU, como parte de la sociedad civil. 

Sin embargo, es en el grupo de los gobiernos locales donde más recursos humanos y financieros se comprometen para la atención integral a poblaciones vulnerables afectadas por amenazas, eventos extremos y calamidades. Entre los múltiples frentes de atención, está el de organizar comités locales, atender los inesperados efectos del cambio climático y de la expansión urbana (inundaciones, deslizamientos, crecientes, incendios, sequías, entre otros) y también prever los desastres a nivel municipal. En Sendai el caso de Bogotá llamó la atención por una decisión de política ambiental: ratificar la evolución institucional (FOPAE se convirtió en IDIGER) para construir una visión más integral y de largo plazo en la reducción de riesgos. 

En la III Conferencia en Sendai se hizo evidente la reticencia de los gobiernos nacionales para reconocer el papel que juegan las ciudades en la reducción del riesgo y en abordar la adaptación y mitigación al cambio climático, como enfoques interconectados con la planificación ambiental del territorio. La declaración final de la conferencia omitió este reconocimiento a pesar de que vivimos en un mundo que está urbanizando los desastres.  

Los próximos alcaldes y gobernadores tienen el reto de mostrar su conocimiento sobre el estado de deterioro de sus territorios, de proponer como enfrentar los desastres anunciados y de pasar este examen ante electores vigilantes. Ya no comemos cuento: Ahora exigimos conocer que acuerda el gobierno de Colombia en la agenda internacional 2015, y sobre todo cómo diseñar estrategias para aterrizar los principios acordados a nivel local y regional. Los “diez esenciales” (los diez elementos básicos de supervivencia), constituyen una carta orientadora (no vinculante) para expandir otra visión del desastre a largo plazo, asociada a los efectos del Cambio Global.   

Es cierto que las negociaciones constituyen una ardua labor y mucho trasnocho para los delegados de cada país, defendiendo intereses nacionales (aunque estos no hayan sido consultados previamente ni con los gobiernos locales ni con la comunidad de expertos en el tema) y es evidente que en las negociaciones, la diplomacia va tejiendo alianzas para defender posiciones y orquestar consensos, con palabras, puntos y comas. En todos los casos, uno se pregunta ¿cómo se socializan estos acuerdos cuando regresan al país para que no quede como letra muerta? 

Ahora cabe preguntarse el ¿cómo y el con quién? para poner en marcha el contenido del nuevo acuerdo de Sendai al interior de cada país. El cómo se socializará al interior de las regiones y ciudades. En el contexto colombiano, corresponde a la Dirección Nacional de Gestión de Riesgos (DGR) adscrita a la Presidencia de la Republica, y a entidades como el IDIGER en Bogotá, de difundir y sensibilizar a las ciudades y localidades, sobre cómo ajustar su misión institucional con los principios acordados en Sendai. Esa será la forma de aterrizar lo acordado a nivel regional y local, en el crepúsculo de unas administraciones y en la efervescencia de unas campañas políticas.   

Y corresponde entonces en Bogotá, al Instituto Distrital de Gestión de Riesgo y Cambio Climático IDIGER, de socializar en las localidades del Distrito, lo que significa la puesta en marcha del Marco de Acción de Sendai 2015-2030, como un escenario para comprometer ediles, sector privado, urbanizadores, y sobre todo, población ubicadas en zonas de alto riesgo, y a otras en menor riesgo, cómo prevenir y actuar ante una emergencia, ya sea de origen natural o inducido por la urbanización de cerros o humedales sabaneros.

Los acuerdos internacionales sin difusión y pedagogía a nivel local tienen el riesgo de convertirse en un libro sin uso en una estantería. Esto ha pasado con muchos acuerdos que ha realizado Colombia en el exterior y sobre las cuales la Cancillería, rectora de las negociaciones internacionales, realiza muy poca consulta e información a la ciudadanía.  

Este es uno de los desafíos después 
de regresar de Japón: socializar los acuerdos para reducir los desastres y explicar a los medios de comunicación las posiciones que defendió el país en la agenda de la Conferencia Mundial. De paso, dar a conocer cómo se articula este otras cumbres mundiales donde Colombia, país andino y amazónico bordeado por dos océanos, deberá defender su patrimonio natural de interés global para evitar mayores desastres por el aumento de la temperatura a velocidades nunca vistas en la historia de nuestra civilización.