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EDITORIAL

Porque si gana el No, el futuro es incierto. Porque los muertos, los secuestrados y los desplazados no son de ellos o míos, son nuestros.

26 de septiembre de 2016

Porque confío en el equipo negociador y creo que llegaron al mejor acuerdo posible. Porque entiendo que el resultado global de una negociación es mucho más que la suma de sus partes. Porque es hora de que el Estado vuelva a tener la palabra. Porque nuestros campesinos se merecen la titularidad de sus tierras. Porque solamente es posible erradicar los cultivos ilícitos con alternativas de desarrollo. Porque estamos en el siglo XXI y esta es una guerra del siglo XX. Porque me cansé de que los colombianos tengamos en común el miedo. Porque recuerdo las bombas, los secuestros y los titulares de los periódicos en los años noventa. Porque la violencia no es una forma efectiva de eliminar a la izquierda radical de la política colombiana. Porque cuando los grupos armados se queden sin el pretexto de la exclusión política no van a tener razón de ser. Porque al terminar la guerra nos vamos a poder concentrar en la corrupción que está acabando con nuestro país. Porque quiero que nuestros jóvenes conozcan el país únicamente con el peligro de la aventura. Porque mientras el fin justifique los medios seguiremos evadiendo nuestras responsabilidades ciudadanas. Porque la violencia y el miedo no pueden seguir siendo nuestros guardabosques. Porque tengo claro que de los más de 20.000 colombianos que en su momento ingresaron a las filas de las Farc, muchos lo hicieron porque vivirían mejor dentro que fuera. Porque no soy ciega a los defectos de las élites. Porque la libertad es la ausencia del miedo. Porque los tiempos cambian y es hora de dejar el odio a un lado. Porque mis hijos merecen una infancia distinta a la mía. Porque en el lado de los ‘buenos’ hay muchos que durante décadas se enriquecieron mientras empobrecían a sus regiones. Porque si pudiéramos ganar la guerra ya la hubiéramos ganado. Porque no se puede perder el trabajo de cuatro años de negociación por miedo. Porque mientras la pelea sea a bala solo la libran los pobres. Porque al llevar la batalla a las urnas cambiamos balas por ideas. Porque en el campo de las ideas todos podemos ser soldados de la razón y la justicia. Porque lograr poner a los asesinos tras las rejas puede costarnos muchos muertos y secuestrados más. Porque si gana el No, el futuro es incierto. Porque los muertos, los secuestrados y los desplazados no son de ellos o míos, son nuestros.

Porque es hora de que cese la horrible noche.

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