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Una buena señal para el medioambiente

El que Estados Unidos y China deseen ratificar el Acuerdo de París es en sí una buena señal. Sin embargo, es tan solo un paso en un proceso en donde aún queda mucho por recorrer.

12 de septiembre de 2016

Histórico y trascendente. Así se podría describir la ratificación del Acuerdo de París por parte de Estados Unidos y China. El suceso es histórico en la medida en que Estados Unidos se había rehusado a ratificar el acuerdo previo, el Protocolo de Kioto. Y trascendente, porque el cambio climático representa, en la actualidad, el mayor desafío de la humanidad.

En el último cuarto de siglo, el clima ha sufrido una significativa transformación, tanto en sentido figurado como literal. El año pasado fue el más caluroso del que se tenga registro. Ahora, en 2016, cada mes que trascurre rompe récords de temperatura. Todo indica que hay un nuevo “valor normal” del clima, al exceder todas las predicciones globales de aumento de la temperatura media. Los eventos climáticos extremos son cada vez más frecuentes y los fenómenos meteorológicos que le acompañan –tormentas, inundaciones, sequías, incendios forestales– son señales de un futuro climático cada vez más desequilibrado. Cuanto más se empiecen a sentir las repercusiones del cambio climático, más en serio empiezan a tomar el problema los gobernantes del mundo.

Una señal clave

Este cambio de actitud, combinado con buena diplomacia e infatigables esfuerzos en las duras rondas de negociaciones, prepara el escenario para establecer exitosamente un acuerdo de prevención del cambio climático, el cual fue aceptado por alrededor de 200 países el año pasado en París. A pesar de sus falencias, el Acuerdo de París tiene el potencial de poner freno a las emisiones de combustibles fósiles, responsable de producir el dióxido de carbono que calienta a nuestro planeta.

Sin ratificación, el Acuerdo de París no tendría ningún valor. Para que éste entre en vigor, al menos 55 países, que sumen en total el 55% de las emisiones globales, deben ratificar el Acuerdo. Hasta la fecha, 23 Estados han firmado, cubriendo, a duras penas, un poco más del 1% de las emisiones globales.

Después de las declaraciones, las acciones

China y Estados Unidos producen alrededor del 40% de los gases invernadero. De ahí que el anuncio de ambos países de ratificar el Acuerdo no sea tan solo un paso concreto hacia su implementación, sino también una señal clara al resto del mundo: las principales economías mundiales están comprometidas con la reducción de emisiones.

La Unión Europea, India, Rusia y otros grandes emisores también han anunciado que ratificarán el tratado. Se puede presumir que la actual ratificación incentivará aún más a estos países a llevar a cabo sus intenciones. Aún así, la ratificación del Acuerdo de París representa, a fin de cuentas, tan solo un paso en un largo camino lleno de dificultades.

Preguntas abiertas

Una vez el tratado sea ratificado, el próximo paso será implementarlo. Los países que hayan firmado deberán dirigir sus políticas nacionales hacia las metas de reducción de emisiones, siendo estos controlados, según lo pactado en el contrato, cada cinco años.

Pero ¿en realidad ratificará Estados Unidos el tratado? ¿Y podrá ser éste implementado? Esto es algo cuestionable, a la vista de aquellos que aún niegan el cambio climático, tanto los que están en el Senado en Washington como el candidato presidencial republicano, Donald Trump, quien podría sentarse en la Casa Blanca. El plan de Barack Obama de energías limpias, la herramienta regulatoria que podría ayudar a reducir las emisiones en Estados Unidos, podría correr peligro. Y China, cuyas emisiones de dióxido de carbono deberían empezar a reducirse a partir del 2030, no ha presentado ningún plan concreto.

Pero aún quedan más interrogantes: ¿de dónde provendrá el dinero para el Fondo Verde para el Clima, cuya labor es ayudar a suavizar los efectos del cambio climático y apoyar a países en la reducción de emisiones? ¿Estará preparado el mundo para actuar eficazmente antes de que sea muy tarde?

Medidas rápidas y efectivas

Científicos advierten sobre un punto de inflexión, a partir del cual el clima entrará en desequilibrio. Efectos de realimentación, cuyas consecuencias podrían llevar al descongelamiento total de la Antártida o del permafrost siberiano, ya están en curso. Además, las emisiones de dióxido de carbono se quedan dentro de la atmósfera durante décadas. Hay quienes creen que ya es muy tarde para prevenir que el calentamiento global llegue por debajo del límite promedio mundial de 1.5 grados estipulado en el Acuerdo de París.

A la luz de las anteriores consideraciones, la voluntad política de frenar el cambio climático debe de ser reforzada a toda costa. Hay que reducir notablemente las emisiones, con ambición y celeridad para que el contenido de dióxido de carbono en la atmósfera pueda reducirse, a más tardar, a mediados de este siglo.

Si esta meta no se logra, temeré por nuestro futuro.