| Foto: Fundación Omacha

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Delfines rosados: los guardianes del río Bita

Fernando Trujillo es uno de los protagonistas de 'Río Abajo', el documental sobre la lucha por conservar esta especie que se estrena mañana en Colombia. En este video explica su importancia para la salud de toda la Amazonia.

14 de febrero de 2018

Fernando Trujillo, Director Científico de la Fundación Omacha, que ha investigado a los delfines rosados durante los últimos 22 años, trabaja promoviendo y sensibilizando acerca de la importancia de la conservación de estas especies y de las cuencas del Amazonas y el Orinoco, principalmente.

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Su relación con el Bita viene de la niñez. Cuenta que desde los 5 años iba con sus amigos y familia a nadar en el río. De vez en cuando, mientras nadaban, de un momento a otro las mamás gritaban “¡toninas!”, al ver a los delfines. Entonces, sacaban a los niños del agua. Tal vez, dice, ellas creían que los delfines podrían golpearlos. Nunca pasó. Pero conservó esos encuentros en la memoria.

A los 20 años, cuando era estudiante de biología, el explorador e investigador Jacques Cousteau visitó su universidad y conversaron sobre el tema que lo ha cautivado la vida entera: el Amazonas. En ese momento hablaron de los delfines de río, cuando nadie tenía conciencia de su existencia. Y hasta ese lugar llegó Trujillo para relacionarse con la selva y sus míticos seres por el resto de su vida.

“Seres que nos permiten entender la dinámica de los sistemas fluviales del Amazonas y del Orinoco y que nos ayudan también a entender el impacto de los humanos”, dice Trujillo.

A cinco minutos de Puerto Carreño, capital del Vichada, está el delta donde los ríos Meta y Bita desembocan en el Orinoco. En época de verano, cuando las aguas bajan, los delfines se aglomeran en el delta para aparearse y abastecerse de alimento porque por ahí pasan todos los peces. Dice Trujillo que ha visto grupos de hasta 33 delfines y que uno solo puede consumir entre 3 y 4 kilos de pescado diario.

Pueden llegar a medir más de 2,5 metros y pesar más de160 kilos. Su frente tiene lo que se conoce como “melón”que es una especie de zona de grasa por la cual pasa el sonido y funciona como un radar para ecolocalización.

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Los delfines de agua dulce no son rosados del todo. Trujillo explica que se van volviendo rosados durante los momentos de actividad física, por ejemplo, cuando persiguen peces. Como cuando los humanos hacen ejercicio. Al llegar la calma, retornan al tono gris.

Trujillo conoce a los delfines como su sombra, los entiende. Incluso, los predice. Su relación con ellos y el Bita sobrepasa lo investigativo, lo científico, lo social... Hay una especie de conexión que desde mediados de los 90 también intenta compartir con la gente para que valoren la presencia e importancia de los delfines para la región y para el mundo.