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MEDIOAMBIENTE

Pobreza y deterioro ambiental: la realidad detrás del accidente de Tasajera

El municipio de Pueblo Viejo y sus corregimientos, como Tasajera, esconden una realidad social y ambiental que no siempre fue así. El daño ambiental producido por dos carreteras afectó seriamente a las poblaciones pesqueras que hoy viven en la pobreza extrema.

Mariana Estrada Gómez
7 de julio de 2020

Este lunes la explosión de un camión cisterna en la Troncal del Caribe conmocionó a todo el país. Personas corriendo y gritando angustiadas de un lado a otro a lo largo de la carretera, quedaron registradas en imágenes que en cuestión de segundos estaban en redes sociales y medios de comunicación. Pero más allá del trágico accidente que hasta el momento dejó 11 personas muertas y más de 40 heridas con quemaduras de diferentes grados, el accidente de Tasajera responde a la ausencia del Estado en esta zona. Un lugar en el que la pesca, su principal fuente económica, está en ruinas por causa de la construcción de vías y carreteras sin ninguna consideración ambiental. 

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El siniestro tuvo lugar en la Vía Parque Isla de Salamanca, es decir, en medio de uno de los parques nacionales de la Ciénaga Grande de Santa Marta. En una carretera de altísimo tráfico vehicular y justo al lado de Tasajera, una de las poblaciones que hoy en día vive prácticamente en la miseria.

Pescadores de la Ciénaga Grande. Foto: Guillermo Torres

Muchos, sin embargo, desconocen la historia de este territorio. Tasajera es uno de los corregimientos del municipio Pueblo Viejo, la cabecera principal de esta zona, y en algunas ocasiones fue hasta más grande que este mismo. La pesca era su actividad económica por excelencia y durante los años 60 y 70 logró ser un pueblo próspero, en el que muchos de sus pescadores incluso exportaban sus productos. 

“Tasajera fue cuna de las primeras organizaciones pesqueras fuertes y poderosas. Sus representantes incluso iban al Congreso de la República a generar leyes para fomentar y ordenar la pesca”, cuenta Sandra Vilardy, ecóloga y bióloga marina colombiana, actual directora de la iniciativa Parques Cómo Vamos.

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Su bonanza, sin embargo, quedó nublada hacia 1980 cuando empezó el deterioro de la Ciénaga Grande de Santa Marta por cuenta de la construcción de la Troncal del Caribe y la vía paralela al río Magadalena. Mientras esta última mató los manglares, la carretera entre Ciénaga y Barranquilla afectó seriamente a los pescadores de la zona. “Esto frenó varias de las conexiones que tenía la Ciénaga con el mar y por lo tanto afectó seriamente la manera como llegaban los peces allí, como entraban a reproducirse, a tener sus ciclos de juventud y hasta las migraciones con el mar”, explica Vilardy. 

Los datos son contundentes. En 1967, mientras este territorio vivía su época dorada, registraban 27.000 toneladas de pesca al año, que incluía moluscos, crustáceos y peces. Mientras que en 1987, la época más crítica, sólo se registraron 1.785 toneladas. Lo que significa una disminución de casi el 90 por ciento de la producción pesquera en sólo veinte años. Con el paso del tiempo la situación en lugar de mejorar, empeoró y los ha llevó a vivir hoy en día en la pobreza extrema.

Estas son las condiciones del corregimiento de Tasajera. Foto: Twitter @alejocalder0n

Esto explica en gran medida lo sucedido con el camión cisterna. Muchos desconocen la realidad de estas poblaciones, y que para la mayoría de ellos la única alternativa de subsistencia es la Troncal del Caribe. “Lamentablemente la carretera se volvió el lugar del rebusque. Muchos son de cultura pescadora pero es que la Ciénaga ya no les da. Por ejemplo la ostra, el recurso con mayor valor económico, se perdió completamente cuando hicieron las obras de rehabilitación, pues quedaron sepultadas con los sedimentos del río Magdalena”, dice Vilardy.

Muchos de los habitantes de Tasajera que tienen algún ingreso, lo consiguen a través de las ventas de paquetes de mecato en la carretera. Quienes tienen mejor suerte son los mototaxistas. El resto de jóvenes, a diferencia de sus abuelos pescadores, deambulan por las calles sin tener nada que hacer y ahí es donde aprovechan cualquier oportunidad que tienen cuando ocurre algún siniestro en la carretera. Como el de este lunes, en el que varios de ellos terminaron seriamente heridos o calcinados mientras intentaban conseguir algo de combustible del camión volcado.

La ausencia del Estado

La problemática de Tasajera y la Ciénaga Grande en general se ha convertido en un mal crónico. El Estado se abstiene de intervenir para mejorar la situación por la complejidad que representa. 

Desde hace 20 años la Ciénaga Grande es sitio Ramsar: una denominación internacional que se le da a un humedal por considerarlo de importancia planetaria y Tasajera, entre otros corregimientos, están dentro, porque son pueblos anfibios. De acuerdo con Sandra Vilardy, desde ese instante se debieron tomar cartas en el asunto para velar por su protección, pero no ha ocurrido. “Lo primero que debió hacer el Estado colombiano para cumplir con su decisión de inscribir a la Ciénaga dentro del listado de importancia internacional, era elaborar un plan de manejo. Es la hora que no lo tiene, de ese tamaño ha sido la omisión de las acciones institucionales por ese sistema”.

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Por otro lado, el conflicto armado también ha estado presente en la zona con el paramilitarismo. De hecho, hacia los años 80, cuando se empieza a dar la decadencia de este ecosistema, empezó el proyecto Pro Ciénaga, de rehabilitación hidráulica del sistema con cooperación internacional. Incluso fue el primer proyecto en el mundo financiado por el Banco Mundial para recuperar un humedal. Sin embargo, quedó a medias porque apareció el paramilitarismo, y la organización alemana encargada del proyecto vio lo que se veníay decidió hacerse a un lado. 

Así se resume lo que ha vivido esta zona desde hace años. Siempre han existido actores, como la misma Sandra Vilardy, que se han puesto la camiseta para luchar por recuperar los ecosistemas y especialmente ayudar a estas poblaciones pesqueras que hoy en día no tienen nada. Pero los proyectos se quedan en palabras: el Estado no reacciona. 

Durante el gobierno anterior, el entonces vicepresidente Germán Vargas avanzó con la construcción de la doble calzada para la Troncal Caribe. En ese momento aparecieron varias propuestas ambientales para proteger la zona con el fin de no volver a cometer los errores del pasado y construir una carretera adaptada ambientalmente a este territorio de un altísimo valor por su biodiversidad. 

“Tuvimos debates muy intensos. Incluso logramos que consideraran los viaductos, y pudimos establecer el Diagnóstico Ambiental de Alternativas para decir que los viaductos era lo que se necesitaba en la zona. Sin embargo el concesionario demandó el diagnóstico al final del gobierno pasado y con la nueva administración el tema está empantanado”, cuenta Vilardy. 

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La situación es aún más compleja porque la construcción de la doble calzada implica, además, un reasentamiento de casi 10.000 personas. Un proyecto que incluso podría sobrepasar las capacidades dado que Pueblo Viejo no tiene capacidad para reubicar a estas personas. 

Y para rematar el problema, está el riesgo de desplazamiento de estas poblaciones por el rápido ascenso del nivel del mar. El municipio de Pueblo Viejo, por ejemplo, es 70 por ciento agua y aunque las personas están en altísimo riesgo, no tienen para dónde irse.Hemos hablado con mucha gente a ver cómo hacemos para diseñar un proyecto digno, decente, lindo, adaptado climáticamente y de habitabilidad para esas personas que sí o sí van a tener que irse. Ya sea porque la doble calzada tiene que reasentar a 10.000 personas o porque la erosión costera y el ascenso del nivel del mar los empieza a mover. Es algo que va a pasar y hay que estar preparados”, dijo Vilardy. 

La situación en Tasajera y en la Ciénaga Grande de Santa Marta no da tregua. El accidente del camión cisterna solo fue una mínima parte de la gravísima problemática que viven más de 30.000 habitantes de esta zona, en donde los años de bonanza pesquera ahora son solo un recuerdo. 

Reasentar a miles de personas ya sea por futuras construcciones o por los efectos del cambio climático en el nivel del mar, tiene una connotación importante y una dificultad que el Estado se abstiene de enfrentar. Pero mientras no hagan al menos un esfuerzo por intentar darle solución a este tema y ponerlo como prioridad en la agenda, el accidente de este lunes pasará al olvido como cualquier otro y consigo la dolorosa situación de Tasajera.