Julia Miranda, directora de Parques Nacionales Naturales. | Foto: Revista Dinero

Entrevista

La mujer verde

Semana Sostenible entrevistó a Julia Miranda, la mujer detrás de la protección de los Parques Naturales.

21 de noviembre de 2012

Ocho nuevos parques declarados, tres en camino, la ampliación del Chiribiquete y el máximo galardón otorgado por el Congreso Mundial de la Naturaleza son algunos de los logros que esta mujer ha recolectado en los casi nueve años que lleva dirigiendo Parques Nacionales Naturales de Colombia (PNN).

La ‘vaca’ que debe realizar cada año para completar el presupuesto que requiere su entidad, la falta de sentido de pertenencia de la sociedad civil, las ocupaciones campesinas ilegales y el cambio climático son desafíos que esta especialista en Derecho Ambiental y heredera de iniciativas ambientales de la política gubernamental de Enrique Peñalosa y Antanas Mockus enfrenta día a día para mantener su ‘reino’, compuesto por 56 PNN, que juntos abarcan un área de 12.300.000 hectáreas (el 12 % de Colombia). El
primero de ellos fue declarado hace 52 años.

SEMANA SOSTENIBLE:
¿Cuánto dinero invierte Colombia en sus PNN?

Julia Miranda:
El presupuesto para este año fue de 27.000 millones de pesos, que es mínimo. Nosotros acudimos a la cooperación internacional que nos da otro tanto para desarrollar proyectos. Los gobiernos de Holanda, Estados Unidos, España y Alemania, así como fundaciones como la Moore, WWF, MarViva, Conservación Internacional y TNC, también nos aportan.

S.S:
¿Qué efectos han tenido los PNN en la preservación del medio ambiente, en la sostenibilidad y en la pobreza?         

J.M.:
La buena conservación ofrece soluciones eficaces y valiosas. Los corales son rompeolas que amortiguan los efectos de las tormentas; los manglares protegen las costas y a las comunidades de los desastres naturales; las llanuras actúan a manera de diques y aumentan la productividad de los cultivos; los árboles son sumideros de carbono; los humedales tratan los efluentes industriales; las laderas boscosas atrapan los sedimentos; los estuarios adecuadamente gestionados aumentan la seguridad alimentaria, el empleo y los ingresos para millones de personas.

La naturaleza hace todo esto por nosotros, y por eso las Áreas Protegidas son las soluciones más eficientes y las menos costosas para enfrentar los principales problemas de la humanidad
y de Colombia. Ejemplo es el agua potable para Bogotá y 14 municipios más, que viene de los Parques Chingaza y Sumapaz. Si no estuvieran conservados, esta ciudad sería inviable. Estos páramos producen
agua para sostener a 12 millones de personas. Si el Parque de los Nevados no estuviera produciendo agua
para la zona cafetera, el tema agrícola, el pecuario y el consumo humano no se podrían dar, así como el agua para las hidroeléctricas.

La energía de Colombia depende casi en el 70 % de este sistema; un ejemplo es el Parque Paramillo, de donde salen todas las cuencas hidrográficas que alimentan la represa de Urrá. Parques como Sanquianga, Corales del Rosario y San Bernardo, Bahía Málaga, Gorgona, son salacunas de reproducción de peces y moluscos que sostienen la capacidad hidrobiológica y pesquera para millones de personas que viven y se alimentan de este recurso.

S.S:
¿Cómo ha sido explicar la importancia de los PNN a los ciudadanos?

J.M.:
Difícil. Cuando uno compara sistemas de parques como los de Estados Unidos, Australia, Canadá
e incluso de Costa Rica o Argentina, encuentra que la gente acude masivamente a los parques, los camina, acampa, les saca fotografías, escala, navega; eso no les ha pasado a los colombianos,
porque nuestra situación de orden público aún no lo permite.

Indudablemente, estos sistemas internacionales además son muy avanzados en temas como la capacitación a los funcionarios, las reglas dentro de los parques, la delimitación y la información
que se posee de las zonas. Pero lo más importante es la conciencia pública; no hay ciudadano norteamericano que no sepa cuáles son sus PNN y sabe que debe cuidarlos. Es uno de los retos. En 2011 recibimos 477.711 visitantes, mientras que en 2012 ya vamos en 574.113. Es un panorama alentador, pero necesitamos más.

S.S:
¿Y la experiencia con los empresarios?

J.M.:
Han sido muy receptivos. Isagén, Cémex y Bavaria han donado recursos, además conversamos con la Agencia Nacional de Hidrocarburos para entablar convenios con aquellas petroleras con actividades
cercanas a los PNN. Con la reciente Ley Gloria Valencia de Castaño, tenemos mucha fe en que sea atractiva para los empresarios y las personas naturales para hacer donaciones a los PNN.

La conciencia empresarial sobre este tema se ha fortalecido, está viendo que invertir sus recursos en PNN es beneficioso, de gran impacto y a perpetuidad. No tienen riesgo de que si invierten en un proyecto de restauración, después se tale ese bosque, porque el Estado va a garantizar su preservación.

S.S:
¿Qué papel desempeñarían los parques en un futuro escenario de paz?

J.M.:
El conflicto indudablemente ha degradado muchas Áreas Protegidas. En la Macarena se taló, se hicieron carreteras ilegales, se sembró coca, se quemaron árboles, se cazó, pero el mayor problema es la cantidad de personas desplazadas hacia los parques, que, una vez allí, no pueden tener los beneficios del Estado, como créditos para educación, salud, proyectos productivos, etcétera, y son la principal amenaza
porque buscan modos de subsistencia que dañan el ecosistema.

Por eso trabajamos con estas personas en programas de restauración. Los instruimos sobre la
prohibición de actividades ganaderas y agropecuarias, y con el Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (Incoder), Acción Social y el Plan Consolidación, les damos alternativas de actividades productivas fuera de los PNN, es decir, en las zonas amortiguadoras que sí permiten estas actividades económicas de forma sostenible. Este tema ha sido mi mayor desafío.

A futuro creemos que en un escenario de paz, muchas de estas personas podrán desarrollar actividades como el ecoturismo, avistamiento de aves, guianza, etcétera, ya que son quienes mejor conocen el territorio. Además, cambiará drásticamente el número de visitas. Los colombianos podrán disfrutar con total tranquilidad de sus zonas naturales, beneficiarán su salud mental y física y comenzarán a
ver con claridad la importancia de preservar estos espacios.