Las selvas del Guaviare y en especial la Reserva Nacional Natural Nukak están afectadas por la tala indiscriminada de árboles. Las imágenes arriba muestran cómo la deforestación se ha tomado la vereda Puerto Cachicamo en San José del Guaviare.

NACIÓN

Las mafias de la deforestación en el Guaviare

Este departamento amazónico concentra cerca del 20 por ciento de las áreas deforestadas en Colombia. La madera se pudre en el suelo y las bandas criminales y de narcotráfico se apropian de las tierras para hacer minería ilegal y ampliar la frontera agrícola.

4 de julio de 2017

Según reportes del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) en Colombia existen ocho grandes núcleos de deforestación en los cuales se concentran la mayoría de alertas. El departamento más afectado por este fenómeno es el Guaviare, pues en su territorio se encuentran tres de las zonas más críticas.

El asunto es de grandes proporciones si se considera que todos sus municipios padecen por la tala indiscriminada de árboles. El primer punto caliente está ubicado en las veredas San Jorge, San Antonio Alto, La Unión y El Chaumal, pertenecientes a San José del Guaviare y se extiende hasta el municipio de La Macarena en el Meta, afectando considerablemente al Parque Nacional Natural Sierra de La Macarena.

El segundo núcleo abarca los municipios de Calamar y El Retorno y pone en riesgo el Área Natural Única (ANU) Nukak, importante para el país debido a su riqueza natural y cultural. La tercera zona crítica del departamento se encuentra en el nororiente de San José del Guaviare, en las veredas Caño Mosco, Caño  Negro, Caño Blanco y el resguardo indígena Nukak Maku, pueblo indígena  que cuenta hoy con menos de 1.000 habitantes.

A diferencia de otros núcleos del país, donde la deforestación ha logrado reducirse hasta en un 4 por ciento, en Guaviare el problema persiste e incluso aumenta en comparación con las mediciones del Ideam durante 2016. El incremento en la deforestación se debe a desarrollo vial, ampliación de frontera agropecuaria, praderización por especulación de tierras y cultivos de uso ilícito.

Según datos de la Dirección de Carabineros de la Policía Nacional, la Reserva Natural Nukak tenía 786 hectáreas afectadas por la deforestación en 2011 y en 2015 ya iban cerca de 1.170. Es decir, un incremento del 49 por ciento.

“En departamentos como Guaviare y Meta, existen grupos organizados al margen de la ley que se aprovechan de la deforestación para explotar la región a través de la minería ilegal  y ampliar las rutas del narcotráfico. Entre ellas se encuentran disidencias de las Farc y bandas criminales como el Clan del Golfo y Los Puntilleros”, aseguró a Semana Sostenible el general Rodrigo González, director de Carabineros y Seguridad Rural de la Policía.

El Clan del Golfo, que opera principalmente en Córdoba y el Urabá chocoano y antioqueño, ha ampliado sus zonas de influencia a otras regiones del país, entre las cuales se encuentra gran parte del territorio amazónico. Por su parte, los Puntilleros surgen como banda luego de la muerte de Martín Farfán, alias Pijarvey, quien dirigía el autodenominado Bloque Libertadores del Vichada, creado luego de la desaparición de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

Estas bandas subsisten gracias al narcotráfico y han deforestado gran parte del departamento para ampliar nuevamente los cultivos ilícitos de coca, aprovechando la condición selvática del territorio y su difícil acceso.  De hecho, las hectáreas de coca cultivadas en el Guaviare pasaron de 3.851 en 2012 a 5.423 en 2015, según reportó la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.

Una madera que se pudre

Deforestar esta región selvática tiene un gran impacto para el medioambiente, sobre todo en momentos en los que se habla de cambio climático y donde una de las principales estrategias para mitigar su impacto, en países como Colombia,  es frenar la tala indiscriminada de árboles. Como si esto fuera poco,  en Guaviare,  a diferencia de otras zonas del país, la madera talada ni siquiera tiene un uso en el mercado negro. Imágenes de la Fuerza Aérea muestran cómo alrededor de las zonas afectadas la madera se pudre sin ningún uso.

Esto se debe a que, según fuentes de la Policía Nacional, transportarla  resulta supremamente costoso para los grupos criminales ya que se trata de zonas donde no existen vías y donde la población más cercana puede encontrarse a cinco horas navegando en río. Además, el principal objetivo es apropiarse de las tierras para luego extorsionar a quienes deseen realizar minería o expandir su frontera agrícola y ganadera.

Sin embargo, existen más actividades ilícitas que dependen de la deforestación para lograr su objetivo. Una de ellas es conocer el trazado de vías para habitar cerca  y obtener una futura compensación económica por reasentamiento.

Esto era lo que ocurría con la vía marginal de la selva, un proyecto de más de 120.000 millones de pesos que a futuro pretende unir a Ecuador, Colombia y Venezuela, en busca de una salida por vía terrestre desde el Pacífico hasta el Atlántico, sin cruzar la cordillera de los Andes. Grupos de personas eran sobornados u obligados a asentarse cerca del área por donde pasaría la carretera. Al hacerlo, empezaron a talar indiscriminadamente los árboles en las veredas de Puerto Cachicamo y El Capricho en Guaviare, así como las veredas Nueva Colombia y la Tigra en los municipios de Vista Hermosa y Puerto Rico en el Meta. El objetivo era obtener millonarias compensaciones por parte del Estado una vez empezara la construcción de la obra vial, recursos que terminarían en manos de miembros de Los Puntilleros, el Clan del Golfo y disidencias de las Farc.

Muebles para el Estado

Aunque  existe un gran subregistro de la madera que se trafica en Colombia, las cifras de incautaciones realizadas por la Policía son alarmantes. Solo entre enero y mayo de este año se incautaron 36.251 metros cúbicos de madera en el país, lo que equivale al cargue completo de  1.006 tractomulas o de 1.647 camiones.

Cada vez que se detiene un camión que transporta madera se solicita el salvoconducto único de movilización si se trata de bosque nativo o la remisión de movilización expedida por el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) si se trata de plantación forestal comercial. Si no se cumple con ninguna de estas dos condiciones, se incauta la madera y se traslada a las Corporaciones Autónomas Regionales (CAR), las cuales imponen una medida preventiva y abren investigación. Al tiempo se abre un proceso penal que puede imponerle al traficante penas que van entre cuatro y nueve años.

Sin embargo, una vez los árboles son talados, el daño es irreversible. “Es muy importante crear un plan de reforestación en las zonas afectadas para contrarrestar los impactos ambientales ocasionados y evitar la proliferación del narcotráfico y otras economías criminales en la zona. Para evitar la deforestación es muy importante que la fuerza pública y las autoridades ambientales establezcamos canales eficientes de comunicación”, afirma el general González.

Si no se reduce la deforestación, lo más “provechoso” que puede pasar con la madera es que termine siendo utilizada para mobiliario del Estado.

Este artículo es una colaboración periodística entre Semana Sostenible y Mongabay Latam. 

**Si usted tiene información sobre zonas donde se tale ilegalmente flora silvestre puede comunicarse con la Policía de Carabineros y Seguridad Rural a los teléfonos: 3228198498, 3023054507 o en Bogotá al 6672277 extensión 10038.