En la comunidad de la Frontera, del pueblo yukpa, sorprende la cantidad de niños y jóvenes con labio leporino o paladar hendido. Para ellos, esto se debe a las fumigaciones con glifosato. Foto: Esteban Vega. | Foto: Esteban Vega

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Víctimas y expertos hacen un llamado a la sensatez frente al glifosato

Los comentarios de María Isabel Rueda en su columna de este domingo, en 'El Tiempo', avivaron aún más el debate alrededor del glifosato. Sus argumentos han sido calificados de poco técnicos y de carecer de respaldo científico. Poniendo en tela de juicio, también, el supuesto estudio citado.

25 de junio de 2019

Doña Silvia llegó al Bajo Caguán en 1986. Silvia, al igual que mucha gente de esta zona del país vivía de la coca. Lo que ganaban lo reinvertían y así iban pasando sus días. Sabía que lo que hacía era ilegal, y que en algún punto tenían que dejarlo, pero no veían muchas opciones. Podrían cultivar, pero mientras sacaban sus productos a una área urbana, estos ya estaban dañados. 
En 1999 llegaron a la zona las primeras fumigaciones con glifosato. Las "fumigas", como ella les dice, golpearon muy duro a la comunidades que vivían en esa región.  
"De la noche a la mañana llegaba una avioneta y nos rociaba con todo. A mí me afectó muchísimo y mi hijo también.. Venían a fumigar en época de mucho sol. Mi hijo estaba pequeño y yo en embarazo. Un día me tocó una fumiga. Duré encerrada días enteros para poder aislarme un poquito porque el aire se contaminaba muchísimo, tenía que coger una vasija con una toalla húmeda y ponérmela en la cabeza para protegerme y poder salvar a mi bebé. Pero, eso no valía. Era un sarpullido terrible que le daba a uno por el glifosato", afirmaba la mujer. 
Esta humilde campesina aseguraba que este herbicida le produjo a su hijo afectaciones permanentes de las que jamás logró reponerse. "Cuando nació mi niño, y estaba muy pequeño, yo lo saqué un día a darle el sol y justo pasó la avioneta y nos cayó directamente. No lo pude proteger y se le afectaron los ojitos. Él todavía sufre, tiene una irritación permanente que no lo deja ver bien", recalcó. 
Para Silvia el glifosato arrastraba con todo, no solo eran los cocales. "Era todo: el plátano, la yuca y los yarumos, que eran los árboles que estaban en las montañas se secaban. Soltaban el chorro donde fuera, muchas veces ni siquiera en los cultivos, y todo quedaba afectado", dijo. 
Don Emilio es vecino de Silvia, y él también recuerda que con el inicio de las aspersiones aéreas comenzó el desplazamiento forzado. "Ahora queda muy poquita gente en la zona. En mi vereda 80% de la tierra que estamos usando para ganadería, ya había sido deforestada para coca. El punto es que es muy dificil reforestar donde cayeron las fumigas. Esas tierras ya no son lo mismo. No funcionan para nada, casi que ni para pasto, la tierra quedó estéril", señaló. 
A su turno, José Manuel García, integrante del resguardo Iroka, del pueblo indígena yukpa, manifiesta que en su comunidad hay una gran cantidad de niños con labio leporino y paladar hendido como consecuencia de las fumigaciones. Cada 15 días nos bañaban con ese químico que dañaba nuestra tierra para cultivar y nuestra salud”, expresó García.
Doña Silvia y don Emilio y José Manuel son testigos de las afectaciones que trae consigo el glifosato. Por eso para ellos es inadmisible lo manifestado por la abogada María Isabel Rueda, quien calificó a este herbicida como un producto biodegradable, no contaminante, reductor de la erosión y que no representa riesgos cancerígenos.
En su columna titulada ‘Glifosato: ¡pongámosle sensatez!‘ publicada en el periódico ‘El Tiempo‘, la líder de opinión aseguró que basó su argumentación en un estudio que le hizo llegar la Universidad Sergio Arboleda, institución universitaria que, posteriormente, señaló que no se trataba de una investigación, sino de la recopilación y organización lógica de una serie de investigaciones que se han hecho sobre este químico

Alberto Schlesinger, decano de la facultad de Economía e integrante del Consejo Académico de la Universidad Sergio Arboleda, afirmó en una entrevista para la W Radio, que habían trabajado con dos entidades en compilar información, la cual no fue contrastada por fuentes que contraargumentaran los estudios analizados. Se trata de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (Andi), por medio de su cámara especializada en asuntos agrícolas, y de Bayer, como dueña de la molécula.

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Adicionalmente, el directivo de la institución no indicó qué carreras, experiencia e idoneidad tenían los profesionales que realizaron el documento sobre este tema para poder concluir que el glifosato era sano y no producía efectos nocivos para la salud.

"La universidad dentro de sus disciplinas no cuenta con carreras relacionadas directamente con este tema como, por ejemplo, la agronomía, salud pública o química, pero partimos desde una óptica o perspectiva concreta y objetiva en la que se podrían organizar unos elementos con sus fuentes claramente establecidas que pudieran dar una visión clara de la situación", dijo Schlesinger, quien agregó que lo que buscaban era racionalizar en forma ordenada y sencilla la información disponible para hacerla más comprensible a la gente. 

"Nosotros como universidad no estamos fijando ninguna posición, los estudios que están detrás de las afirmaciones que aquí se hacen, son aquellos que han realizado diferentes entidades para cada tema", recalcó el decano. 

La aspersión aérea fue suspendida temporalmente por la Corte Constitucional. Foto: archivo/Semana.

La polémica se agudizó tras la presentación que realizó la columnista de la fórmula del glifosato, que -según ella- podría parecer "complicada y hasta tenebrosa". La fórmula presentada por Rueda fue cuestionada porque, al parecer, era errónea y varios de los elementos químicos que la conformaban no existían.  

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Camilo González Posso, presidente del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, Indepaz, cuestionó duramente la posición de Rueda, al considerar que estaba mal informada y que sus comentarios carecen de argumentos técnicos y científicos. 

"María Isabel Rueda hizo un curso rápido de química en la Universidad Sergio Arboleda y concluyó que el glifosato es como agua bendita: puede acabar con las matas de coca y al mismo tiempo sirve de abono por los nutrientes que aporta. Increíble", comentó Posso. 

Este ingeniero químico y magíster en economía, aseguró que los profesores consultados no le explicaron a la abogada - columnista que "una molécula compleja como la de un agrotóxico, no obstante estar integrada por parte de glicina, posee elementos tales como el carbono (C), Fosforo (P), oxígeno (O), nitrógeno (N), hidrógeno (H) y es una unidad con propiedades excepcionales, asociadas no solo a sus componentes, sino a la estructura de disposición. Ese orden único es lo que le da a una molécula como el glifosato su propiedad como veneno y también la posibilidad de permanencia en el tiempo en fuentes de agua o en su dispersión en el ambiente y la vida animal de peces, insectos y otras especies", apuntó.  

El también exministro de Salud afirmó que en este caso, como en otros, las preguntas sobre los impactos se refieren al efecto sobre los seres vivos cuando el químico entra en contacto con ellos y al efecto en el tiempo mientras la molécula se descompone por múltiples reacciones. "También está la cuestión sobre el impacto de la porción, así sea pequeña, que permanece en el suelo, agua y biodiversidad por tiempo indeterminado y que también afecta a los humanos y demás animales", dijo. 

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Para el experto cualquier estudio serio le dirá a Rueda que tomar veneno no es lo mismo que comer carne, sal o azúcar. "La pregunta central no es si es o no veneno- tóxico, sino sobre las condiciones de manejo para limitar o evitar que dañe a los seres vivos y ecosistemas cuando se utiliza en aspersión manual terrestre y, con mayor razón, cuando se utiliza masivamente en operaciones militares contra cultivos declarados ilegales y objetivos de guerra. En estas condiciones los efectos colaterales son mayores, de difícil control y con amplia incertidumbre en sus riesgos e impactos", manifestó. 

Según González Posso el objetivo de las píldoras de la química del glifosato de la abogada-columnista es defender la política de la DEA en Colombia y generar el Estado de opinión para colocar contra la pared a la Corte Constitucional y forzarla a atender el pedido del presidente Iván Duque de “modular” la sentencia que impulso límites y prerrequisitos al gobierno antes de iniciar cualquier actividad de aspersión aérea con glifosato u otro agrotóxico en la erradicación de plantas de uso ilícito.

El documento presentado por la Universidad Sergio Arboleda no tuvo en cuenta el tipo de fumigación y los sistemas de protección que se deberían usar para cada caso. Foto: archivo/Semana.

"La lista de conceptos a favor del glifosato como agrotóxico en cultivos industriales o en jardinería, vuelve y se contrapone a la otra larga lista de investigaciones que sustentan la necesidad de prohibir el uso de esa molécula en la agricultura. Esta contraposición ya ha sido y sigue siendo suficiente para invocar el principio de precaución y la necesidad de recurrir a otros métodos sostenibles y eficientes que el de enfrentar con aspersión aérea la reproducción de cultivos de coca, marihuana y amapola (...) Como hemos señalado varias veces desde Indepaz, esta obsesión por la aspersión con glifosato no tiene argumentos serios para pasar por encima del principio de precaución ni para desmontar la sentencia de la Corte", recalcó. 

El ingeniero químico considera que todo ese juego de alquimia que se está viendo intenta ocultar que la alternativa más eficaz y más rentable es la definida en los acuerdos de paz con las Farc en lo relativo a la política de drogas, cultivos de uso ilícito y reforma rural integral. "Es lo que piden 400.000 familias de zonas con de alta influencia de la economía cocalera y que el gobierno no quiere reconocer", expresó. 

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Pedro Arenas, director del Observatorio de Cultivos y Cultivadores Declarados Ilícitos, comentó que a raíz del Plan Colombia se han instaurado varias demandas por parte de organizaciones campesinas del Cauca y el sur de Bolívar, las cuales están por resolverse, por posibles afectaciones a la salud de integrantes de sus familias debido a la aspersión aérea. 

"Una cosa es que un particular bajo su propia cuenta y riesgo utilice de manera focalizada el glifosato y otra que el Estado, usando recursos públicos, desde el aire utilice ese producto con el único argumento de eliminar los cultivos ilícitos, sin haber determinado científicamente los efectos que esto puede acarrear", manifestó. 

Arenas aseveró que el Ministerio de Salud nunca ha dispuesto de una red de información con las comunidades para conocer los efectos de este químico y tampoco de una red de atención de urgencias para las personas damnificadas por el glifosato.