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¿Puede el sector financiero evitar la deforestación?

Los grandes gestores de activos globales reconocen con claridad la importancia de conservar los bosques tropicales para mitigar el cambio climático como un deber fiduciario, aproximación que se verá reflejada en sus decisiones de inversión.

Angélica Raigoso Rubio
7 de agosto de 2020

A finales de 2019, 230 inversionistas que administran 16,2 trillones de dólares en activos, incluidos BNP Paribas, HSBC y Macquarie, manifestaron públicamente su preocupación por el incremento en la deforestación de bosques tropicales en Brasil y Bolivia. En la comunicación, exigieron que se reversen los niveles de deforestación de las compañías que reciben las inversiones y sus cadenas de abastecimiento porque consideran que no hacerlo incrementa el riesgo reputacional, operacional y regulatorio, y dificulta el acceso a los mercados internacionales. 

La relevancia de esta comunicación es indiscutible por dos razones fundamentales. La primera es que los grandes gestores de activos globales reconocen con claridad la importancia de conservar los bosques tropicales para mitigar el cambio climático como un deber fiduciario, aproximación que se verá reflejada en sus decisiones de inversión y que, implícitamente, adopta el concepto del cambio climático como un riesgo financiero en sí mismo. 

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Pero la comunicación referida es, sobre todo, relevante en virtud de la consideración sobre la cadena de abastecimiento del receptor de la inversión. La segunda razón, y quizás la más relevante, es la consideración sobre la cadena de abastecimiento del receptor de la inversión. Los fondos advierten que es también un riesgo que los proveedores del receptor incurran en deforestación. Esta ampliación del concepto incrementa el nivel de responsabilidad de los beneficiarios de la inversión en relación con el cambio climático y, concretamente, con los procesos de deforestación. Dichos receptores deberán adoptar medidas, buenas prácticas y políticas para evitar la contratación de proveedores que no cumplan con las expectativas de los inversionistas en materia de deforestación si quieren ser sujetos de inversión. 

Y es que resulta que con la deforestación de los bosques tropicales se liberan gases de efecto invernadero, previamente almacenados por estos, en cantidades mayores a las emisiones combinadas de vehículos, camiones, barcos y aviones, según el programa de Naciones Unidas para la reducción de las emisiones por deforestación y degradación de bosques. Por lo tanto, la deforestación es emisor de gases de efecto invernadero, lo cual contribuye al incremento de la temperatura global. 

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Es evidente que el crecimiento de una compañía depende de créditos e inversionistas para lograr sus objetivos, razón por la cual las nuevas tendencias en materia de sostenibilidad lideradas por el sector financiero, concretamente en materia de deforestación y descarbonización, deberían representar una contribución determinante para lograr mantener el aumento de la temperatura mundial por debajo de 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales adquiridos por los signatarios del Acuerdo de París, incluida Colombia. 

El que pone la plata, pone las condiciones, y las condiciones están cada vez más enfocadas en alcanzar un crecimiento sostenible. Aplaudo la posición de los gestores de inversión que emitieron la comunicación referida al principio de este artículo y confío en que el sector financiero continuará profundizando sus esfuerzos de promover los objetivos propuestos por el Acuerdo de París y las 17 metas de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas.