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Roberto Pardo Ángel jamás se rinde frente a las adversidades, pese a la enfermedad que padecía. Foto: Parques Nacionales Naturales.

LUTO

Adiós a Robertico: el consagrado guardabosques colombiano

Tras 16 años de servicio contribuyendo a salvaguardar los parques nacionales de Colombia, Roberto Pardo Ángel falleció. Su coraje, conocimiento y entusiasmo son algunos de sus legados.

29 de mayo de 2020

De luto se encuentra la familia de Parques Nacionales de Colombia. La intempesitiva muerte de Roberto Pardo Ángel no solo los tomó por sorpresa, sino que, además, deja una profunda tristeza.  

A través de sus redes sociales, esa entidad dio a conocer la noche de este jueves 28 de mayo, la noticia sobre la partida de este consagrado guardabosques, quien llevaba vinculado a esa institución 16 años.  


Un paro cardio respiratorio cegó su vida.
 Robertico, como le decían de cariño sus allegados, no logró superar el cuadro de neumonia que venía soportando desde hacía varios días. 

Medía 97 centímetros, tenía 56 años y padecía, además, acondroplasiaun tipo de trastorno genético óseo poco común que se careteriza por producir en las personas brazos y piernas cortas y cabeza grande. Era un guerrero, que con su ímpetu como armadura y su conocimiento como estantarte, logró ganarle la batalla a los obstáculos que le puso la vida. 

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Roberto era una fiel muestra de que la grandeza no la hace la estatura, sino el don de gente. Este biólogo marino, egresado de la Universidad del Valle, era una de las personas que más sabía en Colombia sobre estrellas de mar y erizos de la costa Pacífica colombiana. Su tesis de grado sobre la biogegrafía de los equinodermos le valió para obtener el Premio Nacional de Ecología Hernando Patiño. 

"Cuando le dije a mi familia que quería estudiar biología marina me dijeron que no, que esa era una carrera para gente grande y que por mi tamaño me podrían comer los tiburones", indicó Roberto en medio de risas en una entrevista a Semana Sostenible en diciembre de 2019. "Decían que esa no era una carrera para el futuro, que estudiara administración o algo así, pero yo insistí porque ese era mi sueño", comentó en su momento. 


Pese a su enfermedad, Roberto jamás se ha dado por vencido. Foto: archivo particular. 

Su gusto por el mar y las especies que allí habitan, las adquirió desde muy pequeño. Al observar los libros y escuchar las conversaciones que sostenían sus tíos Leonor Ángel y Édgar Ramírez mientras estudiaban biología marina, su interés y pasión por esta disciplina fue creciendo. Finalmente, su lucha le otorgó una gran victoria. Sus padres aceptaron que estudiara esa carrera. "Haga lo que usted realmente quiera", dijo mi madre Beatriz Ángel. 

"Desde muy temprana edad mi familia me impulsó mucho a ser amante de la flora y fauna, y por eso programas como Naturalia, con Gloria Valencia de Castaño, eran de mis favoritos", sostuvo este bogotano en ese instante. 

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Al igual que Jacques Cousteau, uno de sus autores predilectos, Robertico era amante de la aventura, la investigación y la exploración. "¿Se imaginan si Jacques Cousteau hubiera sido colombiano y midiera 97 centímetros?. Bueno, es una buena manera para hablar de mí, de lo que me apasiona", señaló este entusiasta hombre que hacía unos años había recibibido la Mención de Honor por la Investigación y Conservación de los Recursos Naturales del Litoral Pacífico Colombiano, otorgada por el Comité de Historia del Pacífico (COHISPA).

Otra de sus obsesiones fue la enseñanza sobre el cuidado y protección de la riqueza natural y cultural de Colombia. "Empecé en 1993 en un proyecto piloto de un jardín infantil. Luego, durante 14 años, continúe acompañando a miles de turistas a ver ballenas jorobadas cuando fui director científico del programa de avistamiento de ballenas de un hotel de Buenaventura y luego con la Corporación Autónoma de la región, pero esta vez en el control de observación de las mismas", manifestó Pardo, quien consideraba que su misión era crear conciencia en los niños. 


Roberto en la actaualidad hacía parte del Grupo de Comunicación y Educación Ambiental de Parques Nacionales. Foto: archivo particular. 

En su trabajo como docente se desempeñó, además, en diferentes instituciones como el Zoológico y el Museo de Ciencias de Cali. También acompañó misiones como la realizada para el reconocimiento del Santuario de Fauna y Flora de Malpelo como Patrimonio Natural de la Humanidad por la Unesco. Desde hacía 16 años venía trabajando con Parques Nacionales Naturales de Colombia en reservas naturales como Gorgona, Farallones y Santa Marta. 

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"La falta de educación y cultura es lo que más me afecta en la labor de ser guardabosques. Me duele, además, la deforestación de todos los bosques de Colombia. Están acabando con la riqueza natural y cultural del país, sin tener en cuenta los servicios ecosistémicos que nos brindan", expuso.

Pardo aseguró que gracias a sus estudios y trabajo logró aprender a bucear y a montar a caballo, así como a recorrer mares y montañas, cuatro de las cosas que más le gustaban. "Mi estatura nunca me ha impedido hacer lo que me gusta", aseguró.  

Se fue Robertico, quien a lo largo de su vida demostró toda su grandeza, con su ímpetu como armadura y su conocimiento como estantarte.