Brasil es responsable del 30 por ciento de la producción mundial de soja.

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“Consumo de carne fomenta la deforestación en América Latina”

Burger King se ha comprometido a detener la deforestación en 2030, aunque solo sería “greenwashing”. Según activistas, los proveedores de la carne que consumimos son responsables de la deforestación en América Latina.

Alianza DW
14 de julio de 2017

Informes recientes del grupo medioambiental Mighty Earth revelan que los bosques están siendo talados para producir soja, que se usa principalmente para alimentar a los animales.

Según Mighty Earth, Bunge y Cargill, dos de los mayores productores del mundo de soja, fueron los responsables, de la pérdida de aproximadamente 700.000 hectáreas del bosque del Cerrado de Brasil, en solo cuatro años. Éstos suministran soja a varias empresas, entre las que se encuentra Burger King.

El autoproclamado “rey de las hamburguesas” se comprometió recientemente a acabar con la deforestación en 2030. Sin embargo, los activistas del medioambiente dicen que esto no es más que una estratagema de marketing o “greenwashing” para construir una apariencia de empresa respetuosa con el medio ambiente.

Todo por un filete

En algunas regiones, la carne de res produce dos veces más daño a los bosques que cualquiera de las tres mayores causas: soja, aceite de palma y productos madereros, según la Unión de Científicos Preocupados (UCS, por sus siglas en inglés).

Sin embargo, incluso comer carne de vacas europeas podría contribuir a la deforestación en cualquier lugar en el mundo, ya que se talan árboles para dar paso a la soja.

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El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) estima que los cultivos de soja cubren un millón de quilómetros cuadrados alrededor del mundo, que equivaldrían a la superficie total de Francia, Bélgica, Alemania y los Países Bajos juntos. Hasta el 75% de la soja mundial se usa para alimentar animales.

Y el perjuicio medioambiental no es la única consecuencia de la industria de la soja. Los altos índices de deforestación están vinculados estrechamente con la violación de derechos humanos.

Según la ONG Global Witness, Brasil fue el país donde murieron más activistas medioambientales en 2015. La mayoría de los asesinados estaban luchando contra el despeje de bosques.

Cero para Burger King; Mc Donald‘s tampoco es buena

Burger King se posicionó públicamente sobre su trabajo para abordar este problema. Sin embargo, los conservacionistas dicen que el objetivo de la empresa de 2030 es ridículo y poco ambicioso.

“El compromiso de Burger King de detener la deforestación en 2030 es simplemente absurdo e inaceptable”, dijo a DW, Lars Lovold, director de la Rainforest Foundation de Noruega.

El activista de campañas de Rescate de Bosques Tropicales Mathias Rittgerott dice que es un movimiento diseñado para impulsar las ventas en lugar de proteger los bosques. Burger King quiere intentar atrapar a su mayor competidor, McDonald‘s que ha actuado para mejorar su imagen medioambiental. “Burger King sintió la presión de otras empresas y quiere salir de la lista negra”, dijo Rittgerott a DW.

Un estudio de UCS de 2016 le dio un puntaje de cero sobre 100 en sus esfuerzos para afrontar la deforestación, argumentando que no implementó ninguna política o práctica para acabar con la deforestación a lo largo de su cadena de suministro.

De 13 empresas evaluadas, ninguna fue calificada como “buena”. McDonald‘s fue la segunda con 48 puntos sobre 100.

Alemania, un importante importador de soja

Alemania es uno de los mayores productores de carne de Europa y, según Mighty Earth, uno de los principales importadores de la soja sudamericana.

Cargill y Bunge juegan un papel importantes en varias cadenas de abastecimiento alemanas.

Burger King presume que el 100% de la ternera usada en sus restaurantes alemanes  proviene de reses alemanas o austríacas. Sin embargo, no dice de dónde proviene el pienso de esos animales.

De hecho, muy pocos productores y minoristas alemanes pueden descartar que su carne esté vinculada con la pérdida de bosques tropicales, según Greenpeace.

Eva Müller, director de política forestal y recursos de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), dice que esto dificulta que las empresas sean responsables. “Esto complica que los impactos de la deforestación a menudo pueden solo ser atribuidos indirectamente a las prácticas empresariales de las compañías”, dijo Müller.

El cambio es posible

No obstante, hay maneras de luchar contra la deforestación y seguir disfrutando de una jugosa hamburguesa de ternera.

La “Moratoria de la Soja", con la que los productores, incluyendo el proveedor de Burger King Cargill, se comprometieron a no comprar soja de tierras deforestadas en el Amazonas redujo la tala allí.

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Sin embargo, Bunge y Cargill han rechazado extender dicha moratoria más allá de la Amazonia brasileña, a áreas donde se produce la mayor parte de la deforestación.

Más de la mitad de la vegetación natural de la sabana brasileña, el Cerrado, ya ha sido desmatada, en comparación con el 25% del Amazonas.

Y hay tierra disponible sin cortar árboles. En América Latina ya hay alrededor de cerca de 200 millones de hectáreas de bosques y tierras deforestadas, un área equivalente a 15 veces al tamaño de Inglaterra, que podría desarrollarse de manera productiva, dice Mighty Earth. “Es completamente posible un cambio rápido”, dijo Lovold. "Sin embargo,  hay una falta de voluntad”.

El poder lo tiene el consumidor

Para provocar el cambio, los activistas dicen que los consumidores deben golpear a las empresas responsables de la deforestación donde más les duele: negándose a comprar sus productos.

“Los consumidores son los que tienen el poder de cambiar la situación”, dijo Rittgerot. “Por lo tanto, la concientización pública es esencial”.

Lucia Von Reusner, directora de campañas para Mighty Earht, apunta que la moratoria de la soja fue, en gran medida, el resultado de la demanda de los consumidores. La presión de la sociedad civil forzó al sector privado a responder, el cual motivó al gobierno a actuar.

Para ello, los consumidores necesitan primero saber adónde van a parar los productos de las tierras deforestadas. “Con las complejas cadenas internacionales de suministro, la transparencia es clave para calibrar los impactos medioambientales y sociales”, dijo Müller.