En la Amazonia colombiana ya fueron confirmados dos pueblos indígenas aislados, pero hay fuertes indicios de 18 más. Foto: Cristóbal von Rothkirch-Alianza ACT y PNN

MEDIO AMBIENTE

Incendios de la Amazonia ponen en riesgo las tribus indígenas sin contacto con el mundo

Diecisiete organizaciones les hicieron un fuerte llamado a los gobiernos de los países amazónicos para que frenen la debacle ambiental y protejan a los indígenas en aislamiento. Cerca de 70 etnias no contactadas ya fueron confirmadas en la Amazonia, dos de estas en Colombia: los yuris y passés.

18 de septiembre de 2019

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Frente al peor de los escenarios por el que atraviesa la Amazonia, el de la pérdida irreparable de los bosques por cuenta de los incendios forestales, 17 organizaciones de la región denunciaron la dramática situación que padecen los Pueblos Indígenas en Aislamiento y Contacto Inicial (PIACI), habitantes ocultos de la selva. En la región existen registros de 185 posibles pueblos aislados, de los cuales cerca de 70 ya fueron confirmados. 

“Estos pueblos están bajo una amenaza constante. Los incendios actuales agravan mucho más su situación y son un riesgo para su integridad física. Los resultados de un modelo de desarrollo depredador, junto con la negligencia del Estado para protegerlos, aumentan la vulnerabilidad socio-epidemiológica a la que están sujetos”, cita el documento firmado por organizaciones indígenas de siete países: Colombia (Amazon Conservation Team Colombia y la Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana), Perú, Bolivia, Brasil, Ecuador, Venezuela y Paraguay.

Las organizaciones dijeron que la dimensión institucional, relacionada con las políticas de desarrollo de la región, están asociadas a iniciativas autónomas e ilícitas que constituyen vectores que aumentan la situación de riesgo de vida en estas poblaciones. “Esta es la razón por la cual es necesario que los gobiernos brinden una atención especial a las personas en aislamiento y en contacto inicial”.

En la Amazonia hay confirmados cerca de 70 pueblos indígenas en aislamiento, quienes viven amenazados por la deforestación, minería e incendios forestales. Mapa: Amazon Conservation Team Colombia

En los territorios selváticos habitan 350 grupos indígenas que viven y dependen del bosque tropical, además de etnias ocultas que han permanecido sin ningún contacto con la civilización desde la época de la conquista. Decidieron huir de las enfermedades y hostigamientos de los españoles y portugueses para camuflarse entre lo más profundo de la selva. 

Amenazas como la deforestación, incendios, estructuras ilegales y nuevos desarrollos agroindustriales, obligan a los indígenas aislados a desarrollar estrategias de supervivencia, como el desplazamiento forzado, “obligándolos a buscar refugio en regiones que no corresponden a sus territorios tradicionales. Esta migración forzada los pone en contacto inminente e incluso confrontación con personas fuera de su grupo”. 

Las 17 organizaciones le exigen a los gobiernos de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela y Paraguay (este último afectado por incendios en la zona del Gran Chaco) tomar medidas inmediatas para contrarrestar los incendios y demás amenazas, además de adelantar acciones especiales de protección que respeten la autodeterminación de estas etnias a permanecer en aislamiento. 

Los autores del documento denuncian que detrás de la quema de la Amazonia, y sitios como La Chiquitanía en Bolivia y el Gran Chaco, hay un mercado millonario. “En Brasil, prender fuego a un área de 1.000 hectáreas cuesta alrededor de un millón de reales en el mercado negro. ¿Quién paga eso y qué es lo que se gana? Los países de la cuenca del Amazonas y el Gran Chaco deben velar por proteger los 185 registros pueblos que podrían vivir en esta región”.

Desde la conquista española y portuguesa, cientos de indígenas decidieron huir hacia lo más profundo de la selva. Hoy son llamados pueblos en aislamiento. Foto: Cristóbal von Rothkirch-Alianza ACT y PNN

El desinterés brasilero

La nota regional para la protección de los indígenas aislados, elaborada por las 17 organizaciones, también exploró la relación entre los incendios forestales y las etnias no contactadas de Brasil, Perú, Bolivia, Ecuador, Venezuela y Paraguay.

En lo que tiene que ver con Brasil, el texto recalca la falta de interés del gobierno brasileño por la población indígena y los asuntos medioambientales. “Desde hace meses, el presidente Jair Bolsonaro pronunció discursos en contra de los pueblos indígenas y el movimiento ambientalista. Ha sido irrespetuoso con la legislación ambiental, y sus pronunciamientos ante la sociedad civil organizada son la discusión y el desprecio”, cita la declaración conjunta.

Según el documento, este año la deforestación en la Amazonía brasileña ha incrementado su accionar en un 278 por ciento. “Entre el 15 y el 20 de agosto de este año, 131 tierras indígenas presentaron incendios, una cifra que aumenta rápidamente. Este caos incrementa la dramática situación de dos pueblos indígenas en aislamiento. Estas cifras fueron tomadas de datos oficiales del  Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE)”. 

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Brasil cuenta con 114 registros de posibles pueblos indígenas en aislamiento, de los cuales 28 están confirmados por el organismo oficial indigenista del gobierno. “¿Cuántos de estos huyen del fuego? La información levantada sugiere 15 incendios en tierras donde hay registros de indígenas aislados, especialmente en los estados de Mato Grosso, Pará, Tocantins y Rondônia”.

Según el INPE, entre enero y agosto de 2019, más de 80.000 incendios hicieron arder las selvas amazónicas del Brasil. Foto: Reuters

Perú, tierra de aislados

Un mapa elaborado por Amazon Conservation Team revela que Perú es uno de los países con mayor presencia de pueblos indígenas aislados (aunque el documento no revela su número total), etnias que se ubican en áreas de fronteras internacionales, en especial a lo largo del límite con Brasil. 

“Allí se viene registrando una proliferación de focos de incendios. Por eso es necesario considerar que la posible progresión de estos frentes de fuego hacia el oeste en determinados sectores, podría implicar serios riesgos a los aislados y sus territorios en Perú”, anotan las organizaciones.

Las zonas de sierra, como Cusco y Ayacucho, son las más afectadas recientemente por incendios forestales en Perú. Sin embargo, el documento indica que algunos fuegos ocurrieron en la espesa selva, en sitios vinculados directamente con los aislados. “Esto tiene un grave impacto, tanto en las condiciones del territorio como en la calidad del aire y los recursos naturales que necesitan para su subsistencia, afectando así los derechos a la vida, salud y seguridad alimentaria de los pueblos aislados”. 

Uno de esos incendios selváticos se presentó en el área propuesta para la creación de reserva indígena Sierra del Divisor Occidental, en la provincia del Ucayali, que hace parte del departamento de Loreto. “Esta zona ya cuenta con reconocimiento oficial de pueblos en aislamiento, la cual está conectada con el Parque Nacional de Sierra de Divisor y la Reserva Indígena Isconahua”.

En el distrito de Iñapari (departamento de Madre de Dios), próximo al Parque Nacional Alto Purús, se registró otro incendio significativo, el cual debió alterar a los aislados. “Es una de las zonas de mayor desplazamiento de los aislados, conocido por las organizaciones indígenas como el corredor territorial transfronterizo Pano-Arawak, entre Perú y Brasil. La preocupación se agrava ante la falta de prevención para este tipo de emergencias, más aún cuando es Perú unas de las principales amenazas territoriales son el incremento de la deforestación y las actividades ilegales”, dice el manifiesto.

Las comunidades indígenas de la Amazonia han sido fundamentales para proteger a los pueblos aislados. Foto: Juan Arredondo Alianza ACT y PNN

¿Y Colombia?

La reciente debacle ambiental en Sudamérica no tocó las selvas amazónicas del territorio colombiano, que abarcan más de 53 millones de hectáreas. Esto no quiere decir que sea un territorio libre de incendios o deforestadores; la respuesta está ligada con el comportamiento climático.

En la Amazonia colombiana, la temporada seca tiene su mayor tope entre diciembre y marzo. Según el Sistema de Información Ambiental del Instituto Sinchi, entre estos meses de 2018 y 2019 la zona presentó más de 25.000 reportes de fuegos, teniendo su pico más alto en febrero, con 16.400. En agosto y septiembre aún se sienten los coletazos de las lluvias, razón por la cual los incendios son escasos. 

Pero la deforestación sí afecta a la región casi que a diario. Las 17 organizaciones afirmaron que entre 2016 y 2018, la Amazonia tricolor perdió 478.000 hectáreas boscosas, de las cuales 348.000 hectáreas fueron bosque primario, con serias repercusiones en el corredor entre la cordillera de los Andes, la Amazonia y la Orinoquia. 

En lo que va del 2019, las alertas indican una pérdida adicional de 60.600 hectáreas, de las cuales 75 por ciento era bosque primario. Esta deforestación impacta principalmente a cuatro áreas protegidas: los Parques Nacionales Tinigua, Sierra de la Macarena, Reserva Nacional Nukak y Serranía de Chiribiquete, que podrían albergar pueblos indígenas en aislamiento”. 

El Parque Nacional Natural Puré es el hogar de los yuri y passés, los dos pueblos indígenas aislados confirmados en Colombia. Foto: Leonardo Villa

En la vasta selva amazónica colombiana ya fue confirmada la existencia de dos tribus indígenas aisladas, los yuri y pasés, que habitan en una parte del Parque Nacional Natural Pure, ubicado en el departamento del Amazonas. Sin embargo, hay fuertes indicios de 18 pueblos más. 

La mayor preocupación está en Chiribiquete, Parque Nacional que perdió 2.600 hectáreas de bosque desde su expansión en julio de 2018. De los 18 indicios de pueblos aislados que hay en Colombia, dos de ellos están en esta área protegida, “los carijona y murui, aún por confirmar”, cita el documento.

Daniel Aristizábal, coordinador del equipo de planicie de la Amazonia y pueblos en aislamiento de Amazon Conservation Team Colombia (ACT), concuerda con que la deforestación es la gran problemática en zonas como Chiribiquete. 

“Detrás de este accionar está un capitalismo desenfrenado que no tiene conexión con los ecosistemas. El ser humano occidental tiene la concepción de conocer y explotar todo sitio que conozca. Siente una obsesión por explorar, conocer, registrar y reportar, sin aplicar el principio de precaución, lo que tiene en riesgo a los aislados de la Amazonia. Debemos meternos en la cabeza que lo mejor es no ir a ciertos sitios”, dijo el experto.

Amazon Conservation Team y Parques Naturales trabajan con la comunidad que vive cerca a los territorios de los aislados. Foto: Juan Arredondo Alianza ACT y PNN

Los yuri y passé, las dos etnias ya confirmadas en Puré, no están directamente amenazadas por los fuegos. Las organizaciones defensoras de los aislados argumentan que están presionados por otros factores como la explotación y exploración de hidrocarburos, el avance de la frontera agropecuaria, el desarrollo de infraestructuras viales y la minería.

“Desde hace dos años hemos identificado varias rutas del narcotráfico por el Puré. En los ríos Putumayo y Caquetá hay bases militares en las partes de Colombia y Brasil, entonces los narcos, para evitar pasar por ahí, están cortando por el río Puré. Aunque los aislados están más distantes de ese trayecto, en cualquier momento podría presentarse un contacto, lo que desataría un enfrentamiento entre ambos bandos. También hay una fuerte amenaza por la extracción de madera selectiva en la parte sur del Parque”, puntualiza Aristizábal.

Diana Castellanos, directora territorial de la Amazonia de Parques Nacionales, informó que en 2012, luego de confirmar que en Puré estaban los yuri y passé, la entidad creó un plan de manejo para precisar la localización de zonas intangibles donde nadie puede hacer actividades que los afecten. “Ahí iniciamos los acercamientos con el Ministerio del Interior para caminar hacia una política pública sobre pueblos indígenas en aislamiento, la cual quedó consignada en el Decreto 1232 de 2018”.

Respecto a Chiribiquete, Castellanos considera que hay fuertes indicios de la presencia de aislados en la parte sur. “Trabajamos con los resguardos vecinos como Mirití. Estos indígenas confirman la presencia de los aislados y tienen reglas internas para no alterarlos. Hoy en día estamos actualizando el plan de manejo para incluir zonas de la parte norte, que sí colindan con los colonos, y en el sur construímos una cabaña para evitar el ingreso de foráneos a la zona”.

En la Amazonia colombiana, la temporada de incendios va entre diciembre y marzo. Así quedó parte de La Macarena a comienzos de 2018. Foto: FCDS

Múltiples amenazas ecuatorianas

Al igual que Colombia, Ecuador no ha registrado fuegos recientes en su parte amazónica. Sin embargo, padece de otro tipo de actividades ilegales y legales igual de nefastas para la biodiversidad y su indígenas.

La manifestación en pro de los aislados dice que la minería avanza sobre los territorios indígenas en la parte sur de la Amazonia ecuatoriana, causando una enorme pérdida de biodiversidad, contaminación del agua y desplazamiento de la comunidad shuar. Por su parte, la parte norte ha sido destruida y contaminada por actividades petroleras desde hace décadas, y actualmente padece por episodios dramáticos de incremento de lluvia.

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Otras amenazas detectadas en las selvas del Ecuador son el avance de la frontera agrícola y el desarrollo impulsado por gobiernos locales, como la apertura de nuevas carreteras que fomentan la colonización y el desplazamiento de comunidades indígenas como los waorani y kichwa.

“El Parque Nacional Yasuní, donde viven en aislamiento los indígenas tagaeiri y taromenane, está por ahora libre de incendios. Pero la deforestación derivada de la explotación de petróleo por nuevas carreteras y plataformas pone en grave riesgo la supervivencia de estos grupos”, menciona el documento.

Minería, verdugo en Venezuela

La región Amazónica venezolana abarca más de 45 millones de hectáreas, en donde hacen presencia más de 25 pueblos indígenas diferentes. A la fecha, hay tres etnias en aislamiento voluntario confirmadas: uoti, uwottuja y yanomami, ubicadas en las selvas de los estados de Amazonas y Bolívar.

No hay reportes recientes de incendios en las áreas habitadas por los pueblos en aislamiento, lo cual no indica que vivan en total tranquilidad. Las organizaciones firmantes denuncian que en las dos entidades federales se desarrollan actividades de minería ilegal, donde intervienen grupos irregulares armados que custodian los campamentos mineros y amenazan a los miembros indígenas que denuncian las problemáticas. 

En el estado de Amazonas hay aproximadamente 6.000 mineros ejerciendo la minería del oro y coltán, afirma el documento de las 17 organizaciones. “Esta situación afecta a los grupos en aislamiento, ya que estas actividades se producen en las áreas cercanas a sus hábitat, impactando las posibilidades de subsistencia física y cultural”, concluye en análisis.

La Asociación Wataniba y la Organización Regional de Pueblos Indígenas de Amazonas (ORPIA) visibilizar la situación con miras a que el Estado venezolano asuma políticas de protección hacia estos grupos aislados y sus territorios.

Más de un millón de hectáreas de bosque ha perdido Bolivia en lo corrido de este año por los incendios forestales. Foto: AFP

Bolivia y Paraguay

En lo que va de 2019, más de un millón de hectáreas de bosque han sido calcinadas en Bolivia, afirma el análisis. Esta hecatombe tuvo su pico entre julio y agosto, cuando más de 780.000 hectáreas de la región de Chiquitanía fueron afectadas por incendios forestales. Ayoreo, Chiquitano y Monkoxi también recibieron impactos considerables.

“Muchos bosques secos en la frontera con Paraguay han desaparecido, un área decretada con intangibilidad para los pueblos en aislamiento de Ayoreo y el territorio Guaraní. Estas zonas representan los últimos refugios para su supervivencia, que están cada vez más amenazados por los agronegocios y el mismo gobierno”, denuncian las organizaciones.

Aunque no es un territorio amazónico, estas organizaciones decidieron incluir a Paraguay en su análisis, debido a los impactos ambientales desatados por el modelo de producción impuesto por el agronegocio, al que catalogan como el principal responsable de los grandes incendios que consumen los bosques naturales del Chaco, la segunda en extensión y cobertura forestal de América del Sur después de la Amazonia.

“La utilización de un sistema de manejo de quemas que se aplicaba a ambientes naturales en el pasado, entonces limitados y con un impacto destructivo menor, hoy representa una de las mayore amenazas para la vida. Un millón hectáreas de bosques desaparecieron recientemente, áreas vitales para el pueblo indígena en aislamiento ayoreo”.

Las reservas naturales del Chaco representan los pocos refugios que le quedan a los grupos ayoreo aislados. “Los demás bosques han sido devorados en función de la ganadería y explotación de los recursos naturales. La ausencia del Estado paraguayo en el control de las reservas y en la protección de la vida de las personas aisladas, son muestra de su desinterés por la conservación y la protección del patrimonio”.

Lo que perdemos a diario

La Amazonia, el hervidero de biodiversidad más grande del planeta, está cubierta bajo el halo negro de la devastación. La deforestación, una macabra actividad que utiliza motosierras para tumbar árboles e incendios para calcinar todo rastro de vida, continúa transformando el tupido bosque en un peladero árido listo para recibir ganado, cultivos ilícitos, carreteras, viviendas y agroindustrias.

Este año, el planeta fue testigo de la verdadera cara de destrucción en la Amazonia, región conformada por más de 670 millones de hectáreas de bosque distribuidas en nueve países suramericanos. Las selvas brasileñas fueron las grandes víctimas, sitios en donde fueron captadas imágenes escalofriantes de vegetación calcinada, llamas voraces y descontroladas, animales muertos, árboles cercenados e indígenas acorralados por el fuego.

Según el INPE, entre enero y agosto de 2019, más de 80.000 incendios hicieron arder las selvas amazónicas del Brasil, cifra que representa un incremento del 80 por ciento comparado con el mismo periodo de 2018. De acuerdo con la entidad, el mes de agosto fue el más fatídico, al albergar los incendios más extensos, intensos y persistentes.

Más de 400 especies de mamíferos han sido identificados en la Amazonia. La danta es una de ellas. Foto: Leonardo Villa

Informes de la Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) confirman esa hipótesis: la Amazonia brasileña perdió más de 2,4 millones de hectáreas boscosas por causa de los incendios (superficie cuatro veces más grande que la registrada en 2018). Entre tanto, en lo corrido de 2019 la pérdida de bosque asociada a las llamas en toda la región amazónica ya supera las 4,3 millones de hectáreas, un aumento del 150 por ciento frente al año pasado.

Ante esta hecatombe del verde, el mundo se sacudió y empezó a orar por la Amazonia en las redes sociales (#PrayforAmazonia fue el hashtag seleccionado), mientras los ambientalistas alzaron sus voces para recalcar una vez más que atentar contra la región pone en jaque la vida planetaria: es una región que funciona como el corazón del globo terráqueo. 

Para la WWF, el bosque tropical amazónico, el más grande del mundo, libera a diario agua que sube hacia la atmósfera por medio de la evapotranspiración, para luego fluir por el aire a diversas partes de América en forma de “ríos voladores”. Es decir que los ríos, humedales y demás cuerpos de agua de otras partes del continente dependen de la presencia de estas zonas boscosas, que contienen entre 90.000 y 140.000 millones de toneladas de carbono. 

La cuenca amazónica almacena 20 por ciento del agua dulce mundial y 6 por ciento del oxígeno del planeta. Su densa selva alberga 10 por ciento de la biodiversidad conocida hasta ahora en la Tierra, representada en 427 especies de mamíferos, 40.000 de plantas, 1.300 de aves, 378 de reptiles, 400 de anfibios y 3.000 de peces de agua dulce.

La Amazonia cuenta con el bosque tropical más grande del planeta, donde habita 10 por ciento de la biodiversidad conocida en el mundo. Foto: FCDS