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Bosques para la vida y la paz en Colombia

Colombia se enfrenta al reto de proteger el Bioma Amazónico, y de generar alternativas de vida digna para las comunidades— una prioridad para nosotros como líderes en la iglesia.  ¿Por qué fui a Guatemala buscar una solución para los desafíos de nuestro país en esta época tan delicada ?

Natalia Borrero
1 de agosto de 2019

En días recientes tuve la oportunidad de viajar a Petén, Guatemala, para conocer el modelo forestal comunitario puesto en marcha ahí durante más de 20 años, y que ha permitido proteger 500 mil hectáreas de la Reserva de la Biósfera Maya, la que además de ser rica en biodiversidad, lo es en patrimonio cultural, pues fue hogar  de la antigua civilización maya.

Mientras estaba ahí, llegaron visitantes de Brasil, Perú y Colombia, para conocer esta experiencia, con la esperanza de hacer algo similar en sus países.

Es un modelo comunitario no basado en títulos individuales, sino en la fuerza de lo colectivo y por lo tanto eso tiene un papel muy importante en la búsqueda de la solución para  proteger  las selvas amazónicas y generar medios de vida para miles de personas.

Esto no solo  es una  urgencia  para  Colombia, sino que también lo  es para  otros países de Latinoamérica.

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Además  el modelo forestal comunitario ha servido para la reconciliación  entre los guatemaltecos, posterior al conflicto armado que vivió este país, y que acabó, similar a Colombia, con  la firma de los  Acuerdos de Paz. A través del trabajo colectivo de las comunidades, con la participación del estado, así como de otros sectores, las  comunidades forestales de Guatemala lograron avanzar  hacia la construcción de la paz social, justo hacia donde Colombia quiere ir. Y con esto aceptación de un pasado marcado por un sufrimiento inimaginable. 

Hay mucho que nosotros los colombianos podemos aprender de la experiencia de Guatemala,  pues necesitamos adoptar formas de desarrollo amigables con el medio ambiente, con la ecología y que están basadas en sistemas colectivos, donde las comunidades  garantizan la protección del bosque, pues es de ahí de donde obtienen beneficios. No es un modelo productivo exclusivamente, sino que es un modelo de participación, de generación de ingresos y de gestión del territorio.

El Santo Padre Francisco ha convocado a una Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónica, en Octubre próximo. El objetivo es abrir un espacio para  reflexionar entorno a aquellos factores que son decisivos para la conservación del Bioma Amazónico; ahí se buscará  escuchar a los pueblos indígenas, y a todas las comunidades que viven en la Amazonía. Serán los primeros interlocutores de este Sínodo, debido a su profunda conexión con  la selva y el territorio, y comunicarán  cómo imaginan su “buen vivir”  y la forma como nosotros podemos contribuir a construir un mundo más  solidario e intercultural, y en armonía con la casa común.

El Papa Francisco también nos dice que el llamado se está dando en un momento de esperanza,  porque hay mayor conciencia mundial sobre todo lo que le estamos haciendo a nuestra casa común; se está levantando una oleada planetaria que nos exige cada vez mayor compromiso con su conservación, y en nuestro caso con el Bioma Amazónico.

Sea la joven sueca Greta Thunberg, cuyo mensaje de acción urgente entorno al cambio climático ha logrado convocar a miles alrededor del mundo, o los miembros de las  comunidades que conocí en la Reserva de la Biosfera Maya, estas son las voces que nos invitan a este movimiento de esperanza.

En Colombia se han dado pasos importantes y las comunidades están protegiendo los bosques, pero están buscando algo similar a lo que se ha logrado en Guatemala. Es decir que procuran una respuesta más integral, derechos a sus territorios que no pueden ser violados, mediante la cual podrán  alcanzar niveles de vida dignos y al mismo tiempo desarrollar los procesos de conservación tan necesarios para nuestro país y para el planeta.

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Para que esto suceda se requiere inversión y una presencia social fuerte del Estado, así como garantizar  el acompañamiento a las comunidades, lo que quiere decir lograr que estas comunidades puedan hacer la labor de protección, teniendo aseguradas sus condiciones de vida.

Eso es  una inversión con un potencial enorme, que beneficia la estabilidad climática de Colombia y otras regiones. Por lo tanto, en términos de productividad, en términos de desarrollo y de crecimiento del país, es una inversión que tiene un gran impacto, es una de las mejores inversiones que podemos hacer, proteger nuestros bosques y los pueblos que los protegen.