Río Cauca a la la altura de Guarandá. Foto: Anderson Durán

IMPACTO

El Cauca no morirá, pero jamás volverá a ser el mismo

Expertos coinciden en que técnicamente el río, como cuerpo de agua, seguirá su curso, y el caudal se restablecerá. Sin embargo, la pérdida biológica supera la cantidad de peces muertos.

8 de febrero de 2019

El jueves 7 de febrero, la noticia era la muerte del Río Cauca. Voces de solidaridad e indignación no se hicieron esperar en todo el territorio nacional. Movimientos como Ríos Vivos compartieron un sentido comunicado a nombre de las comunidades afectadas.

En este le decían a EPM: “No intenten convencernos de que somos una prioridad cuando desde hace 10 años nos están desoyendo, desplazando, maltratando, humillando, violando nuestros derechos, mintiendo, persiguiendo, dejándonos sin trabajo, sin alimentos sin tranquilidad y sin vivienda. Nos han robado todo lo que teníamos, nuestra vida y ahora atentan contra un bien natural de toda Colombia. La única manera de proteger realmente la vida en el cañón del río Cauca, el Bajo Cauca y de salvar el río es que desmantelen Hidroituango”.

Lea también: Hidroituango: la gota que derramó el vaso

Por su parte, la empresa ha continuado contándole al país como trabajan por salvaguardar la vida de las personas y también el medioambiente. El gerente de EPM, Jorge Londoño,  habló de una acción integral que incluye no solo el rescate de peces, sino de garantizar agua potable a las comunidades, recolección de residuos sólidos en las riberas del río, gestión del riesgo y de las actividades económicas.

Para las comunidades y Colombia, en general, las imágenes vistas y vividas son mucho más fuertes que las acciones. Y es que como manifiesta Juliana Delgado, directora de ciencias para el norte de los Andes y sur de Centroamérica de The Nature Conservancy (TNC), “este es un evento que jamás se había vivido en la historia de este río. Sin embargo, no se está muriendo ni morirá”.

Lo que sí es claro para la experta, y para otros estudiosos del tema como Mauricio Valderrama, director de la Fundación Humedales es que el río no volverá a ser el mismo. Pero, ya había dejado de serlo cuando se construyó Hidroituango, este fenómeno solo presenta un nuevo panorama, un nuevo río del que no se tiene certeza cómo reaccionará después de los impactos generados.

 “La vida va a responder, aunque no sabemos cómo. Vamos a perder elementos de esa vida del río que apreciamos mucho con ese evento, pero no sabemos cuáles”, afirma Delgado.

El efecto presa

Valderrama manifiesta que sin duda Colombia necesita generar energía, pero ésta no puede darse a costa de la riqueza biológica de la que dependen miles de personas. “Nos hace falta una política ambiental que establezca unas reglas de juego claras, con una visión de cuenca para que la construcción del sector hidroeléctrico considere adecuadamente todas las circunstancias asociadas a la biodiversidad y los efectos sociales, porque los embalses al regular los ríos no solo están afectando los peces sino se están metiendo con la comida de la gente”.

Le puede interesar: Los otros damnificados por la sequía del río Cauca

Cualquier embalse corta todos los flujos naturales. Normalmente, las especies migratorias suben entre 1.200 y 1.400 metros sobre el nivel del mar para llevar a cabo los procesos biológicos de reproducción y alimentación. Represas como Hidroituango están justo a esta altura o más abajo interrumpiendo con su presencia el curso del agua y de la vida existente.  

“El problema fue haber hecho un embalse en un sector más abajo de 1.200 msnm, en un sector donde los peces se movían y donde la gente del medio y del bajo Cauca los requerían”, dice Valderrama.

Los peces se mueven. En verano suben. Salen de las planicies inundables de la ciénaga y se van río arriba, desovan y cuando vienen las lluvias los huevos y las larvas bajan, al igual que los peces. “La gran subienda de verano y la gran bajanza, cuando vienen las lluvias. Esa dinámica de los  peces en la cuenca es la que hay que transitar y hay que saber que los embalses están impactando y produciendo daños irreversibles”, agrega el experto.

El flujo hidráulico y la conexión del río se ve completamente afectada, hasta la parte cenagosa. La periodicidad de los peces cambia y ellos pierden la capacidad de saber en qué momento entrar o salir. Y esta problemática no solo impacta al Cauca sino a la macrocuenca Cauca-Magdalena, que incluye los ríos Cesar y San Jorge.

Un tesoro bajo el agua

La gran cuenca del Magdalena-Cauca es muy rica en peces. Se estima que hay 234 especies. Tres veces más de lo que tiene toda Alemania en peces de agua dulce. Pero, también están muy amenazados. Para, Delgado esta es la macrocuenca más transformada de Colombia.

Más de la mitad son endémicas, no existen en otro lugar del mundo. Solo están en el Magdalena. Cerca del 10%, es decir, alrededor de 21 especies son migratorias. Están moviéndose por todo el río y sus afluentes, y representan el 70% de la producción pesquera de esta zona.

Estas son algunas especies que están en el río Cauca y hacen parte de la dieta de los colombianos. Ilustraciones: Juan Cristobal Calla y Guillermo Andrés Torres/Banco de imágenes Instituto Humboldt

“Si los peces no pueden subir y bajar, migrar de la forma adecuada ese 70% de la producción está en peligro y con él la seguridad alimentaria y la economía de las poblaciones”, explica Valderrama.

Pero, los peces no son los únicos habitantes del Cauca. Aves acuáticas, migradoras y residentes, babillas, nutrias, tortugas, cangrejos y flora, desde la más pequeña a una más grande. Riqueza en invertebrados viven bajo las aguas del río.

¿Qué viene?

Brigitte Baptiste, directora del Instituto Humboldt escribió en una columna de opinión publicada en El Espectador que la discusión acerca de los impactos que esta situación trae a las comunidades y el resto del ecosistema requerirá un trabajo sereno de años, pues cada evento catastrófico que sucede en nuestra época, sea causado por el hombre o por la convergencia de fenómenos de la naturaleza misma, representa una condición emergente de la evolución ambiental de un territorio que debe ser interpretada a la luz de muchas visiones.

Teniendo en cuenta esto, lo primero es analizar y tener un poco más certeza de los daños que sufrió el río Cauca, de su pérdida real y buscar la mejor forma de compensarlo. Y, como también afirma Valderrama, no tomar decisiones que luego pueden ser peores. El repoblamiento de peces, por ejemplo, debe hacerse con el cuidado necesario propendiendo por mantener una variabilidad genética.

Vea también: ‘Aguas hambrientas’: ¿el nuevo capítulo de Hidroituango?

Y en palabras de Baptiste, “el Cauca revivirá, sin lugar a dudas, obviamente nunca idéntico al de ayer porque así es la evolución: cada iteración en la dinámica de un sistema complejo, inducida o espontánea, es unidireccional y hacemos parte de la identidad cambiante de todas las cosas. Esa es la naturaleza de la cultura”.