Pobladores denuncian que en las orillas del río Kaká, ubicado en el departamento de La Paz, que nace de la confluencia de los ríos Mapiri y Coroico, uniéndose luego al río Beni, se ha incrementando la presencia de dragas. Foto ilustración: archivo/Semana.com

Contaminación

Ríos amazónicos: contaminados por el uso de mercurio en Bolivia

Desde 2005 hasta 2016, las importaciones de mercurio hacia Bolivia se incrementaron 646 veces, pasaron de 369 kg a 238 330 kilogramos, según el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE).

Mongabay
14 de agosto de 2018

*Por: Mongabay

Juan Chávez tiene 52 años. Vive en las orillas del río Kaká, ubicado en el departamento de La Paz, que nace de la confluencia de los ríos Mapiri y Coroico, uniéndose luego al río Beni.

Juan camina por sus maizales para llegar a lo que antes era una playa de arena. Y donde hoy solo existen piedras que llegaron por la actividad minera. No puede evitar lamentarse al ver la proliferación de las dragas, que unos metros más arriba de su hogar, buscan incansablemente oro.

“Estamos peor que en la época de Goni (expresidente Gonzalo Sánchez de Lozada). Goni tenía una draga, ahora hay más de 20. Yo soy del lugar y me alarma lo que está pasando. Están deshaciendo el río, están saqueando nuestros recursos. Y lo peor es la contaminación. Utilizan mercurio y nos están dañando, claro, ellos luego se irán”, narra con indignación Juan Chávez.

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Las piedras que están a las orillas del río fueron tomadas por una materia negra. Parece grasa de un motorizado. Waldo Valer vive en Teoponte, un municipio paceño azotado por la minería ilegal.

Él trabajaba con turistas que se lanzaban a la aventura navegando por el río Kaká hasta llegar a la localidad de Rurrenabaque, en Beni. Hoy existe una mínima actividad turística en esa zona, ya que las dragas se adueñaron del afluente. 

Waldo recuerda que hace años se podía pescar en esas aguas, lo que ahora es imposible.

Los pobladores señalan cómo las piedras del río tienen ahora una suerte de grasa que las cubre. Foto: Iván Paredes - El Deber.

Los pobladores señalan cómo las piedras del río tienen ahora una suerte de grasa que las cubre. Foto: Iván Paredes/El Deber vía Mongabay. 

“Pescar acá era una belleza. Se podía sacar peces, pero ahora, por la contaminación con mercurio, ya no es posible. Jugar en el río era posible. Hoy los niños no vienen por toda la actividad minera”, reprocha Waldo.

La relación entre el oro y el mercurio es peligrosa. Los mineros utilizan este último para separar el metal precioso. Desde 2005 hasta 2016, las importaciones de mercurio hacia Bolivia se incrementaron 646 veces, de 369 kg a 238 330 kilogramos, según el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE).

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Bolivia es parte del convenio de Minamata. El acuerdo, controlado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), tiene el objetivo de proteger la salud humana y el medio ambiente de las emisiones y liberaciones del mercurio y sus compuestos a la atmósfera, al suelo y al agua.

En el agua, el mercurio se transforma en una molécula orgánica altamente tóxica, el metilmercurio, que es rápidamente absorbido por algas y plancton. Estos a su vez son el alimento de peces y otros animales que son consumidos al final de la cadena por las personas.

Las dragas han proliferado en el río Kaká. Foto: Iván Paredes - El Deber.

Las dragas han proliferado en el río Kaká. Foto: Iván Paredes/El Deber vía Mongabay.

El ministro de Medio Ambiente y Agua, Carlos Ortuño, explica que Bolivia activó los protocolos del convenio de Minamata para evitar el ingreso de mercurio. Sin embargo, evade responsabilidad sobre las operaciones mineras en los ríos amazónicos, donde se emplea este metal pesado.

“Bolivia ha suscrito el convenio de Minamata, somos parte de ese compromiso internacional y parte de ese compromiso es regular la utilización del mercurio. Nosotros tenemos aplicadas acciones y métodos de control, incluyendo restricciones a la internación y comercialización del mercurio. Ahora, en el caso específico de denuncias de contaminación, hay diferentes protocolos y procedimientos de verificación, no podemos actuar por una sola denuncia de prensa o anónima”, remarca Ortuño.

La autoridad habla del caso de los ríos que nacen en La Paz y llegan a Beni. Dice que la Autoridad Jurisdiccional Administrativa Minera (AJAM) debe verificar si las operaciones son legales o ilegales.

“Si es una actividad legal, esa actividad debería haber establecido su licencia ambiental”, añade el ministro.

Las maquinaria están operando ilegalmente y los habitantes de las comunidades temen por la contaminación de sus fuentes de agua. Foto: Iván Paredes - El Deber.

Las maquinaria están operando ilegalmente y los habitantes de las comunidades temen por la contaminación de sus fuentes de agua. Foto: Iván Paredes/El Deber vía Mongabay. 

La AJAM informa que en julio se realizó un operativo en el río Kaká. Se detuvo a 22 personas (14 chinos, siete colombianos y un boliviano) por montar dragas que operan ilegalmente en esa zona. 

Los extranjeros llegan a acuerdos con las cooperativas, quienes otorgan sus cuadrículas para que los foráneos exploten oro, explicó Ramiro Cuevas, exdirigente cooperativista minero. Y agregó que las cooperativas, además, reciben el 30% de la ganancia sin invertir ni un boliviano.

Mayaya es una localidad del municipio de Teoponte. Está a orillas del río Kaká y se convirtió en el cuartel de los ciudadanos extranjeros que explotan oro. El poblado lo tiene todo, pero el negocio más competitivo es la venta de diésel.

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Un equipo periodístico de Mongabay Latam y El Deber pudo presenciar cómo un comerciante atendía un pedido grande: le pidieron llenar 30 barriles de 159 litros cada uno en dos horas. Su contacto es un ciudadano chino que opera con dragas.

El mercurio no es ofertado en las comunidades asentadas a orillas de los ríos, explica un comerciante. Y confirma que llega desde La Paz.

Según el estudio Mercurio en Bolivia: Línea base de usos, emisiones y contaminación, difundido en 2016 por los ministerios de Relaciones Exteriores y Medio Ambiente y Agua, el país emite y libera en promedio 1331,1 toneladas del metal pesado al medio ambiente, lo que representa el 6,8% de las emanaciones en el mundo en 2005. No obstante, en 2014 ese porcentaje se elevó al 12%, lo que convierte al país en el segundo emisor de mercurio en América Latina.

Uno de los pobladores muestra la grasa adherida a las piedras del río. Foto: Iván Paredes - El Deber.

Uno de los pobladores muestra la grasa adherida a las piedras del río. Foto: Iván Paredes/El Deber vía Mongabay.

Estudio oficial

Este mismo estudio establece que el sector minero es responsable de cerca del 70% de las emisiones y el consumo de productos con mercurio. De esa cifra, el 47% es producto de la explotación aurífera.

El senador Yerko Núñez revela que en 2000 se realizó un estudio que detectó que las poblaciones indígenas cercanas a la población de Rurrenabaque están afectadas por el consumo de peces contaminados con mercurio.

“Antes no había tanta explotación de oro y ya había problemas. Ahora las poblaciones indígenas consumen pescado contaminado”, lamenta.

El sociólogo Ricardo Calla señala que en la explotación aurífera se utilizan 100 toneladas de mercurio al año, de las cuales el 55% se va hacia las aguas y suelos, y el 45% son emisiones de mercurio que se van al aire.

El sector minero es responsable de cerca del 70% de las emisiones y el consumo de productos con mercurio, según el estudio el estudio Mercurio en Bolivia: Línea base de usos, emisiones y contaminación, difundido en 2016. Foto: Iván Paredes - El Deber.

El sector minero es responsable de cerca del 70% de las emisiones y el consumo de productos con mercurio, según el estudio el estudio Mercurio en Bolivia: Línea base de usos, emisiones y contaminación, difundido en 2016. Foto: Iván Paredes/El Deber vía Mongabay. 

Las aguas siguen su paso y dejan sus tóxicos en cada población. La fiebre del oro está matando los afluentes del norte y, lo peor, está dañando a las poblaciones indígenas de esas zonas que consumen peces contaminados con mercurio.

*Este artículo es una colaboración periodística entre Mongabay Latam y el diario El Deber de Bolivia.