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Óscar Romualdo Román, anciano Murui-Nipode y sabedor del resguardo Andoque, ganador del premio Alejandro Ángel Escobar 2020, en la categoría medioambiente y desarrollo sostenible . Foto: tomada de video Fundación Alejandro Ángel Escobar.

RECONOCIMIENTO

Un sabedor indígena y un maestro de la Amazonia, ganadores del Alejandro Ángel

Con su investigación sobre la biodiversidad como educación sexual, a partir de las sales naturales, esta dupla se alzó con el premio considerado como el más alto galardón científico que se entrega en el país.

15 de octubre de 2020

La palabra sal para los habitantes del resguardo indígena Andoque de Aduche al sur de la Amazonia colombiana es más que un condimento o una sustancia blanca y cristalina: simboliza vida, sexualidad. 

"Está en nuestro cuerpo, en todos nosotros esa potencia de la sal", indicó Óscar Romualdo Román (Jitdutjaaño Enokakuiodo, en lengua andoque), anciano Murui-Nipode y sabedor del resguardo Andoque, ubicado en la región del Araracuara (caño Aduche), entre los departamentos de Caquetá y Amazonas.

  


Óscar Romualdo Román (Jitdutjaaño Enokakuiodo, en lengua andoque), considera que el conocimiento se debe transmitir para que no olvide. Foto: tomada de video de la Fundación Alejandro Ángel Escobar. 

Él, junto con Juan Álvaro Echeverri Restrepo, profesor titular de la Universidad Nacional de Colombia, sede Amazonia, en Leticia, acaban de ser galardonados con el premio Alejandro Ángel Escobar, en la categoría medioambiente y desarrollo sostenible, precisamente por la investigación denominada Sal de vida: biodiversidad como educación sexual.

"Este proyecto trata sobre las sales vegetales extraídas de plantas. Para el pensamiento indígena esas sales representan el deseo y la fuerza vital que está presente en todos los seres vivos. El estudio de las sales vegetales constituye, de hecho, un tratado sobre las relaciones humanas y, en este caso, nosotros aplicamos toda esta ciencia a una crítica de los proyectos de desarrollo", explicó el docente. 

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Echeverri afirmó que para él este premio es un reconocimiento al conocimiento indígena del país, porque era una muestra, además, "de que la ciencia natural desde el punto de vista de los indígenas, es en efecto una ciencia del espíritu", subrayó.  

Entre tanto, el sabedor Óscar Romualdo explicó que decidió contar qué hay más allá de la palabra sal para que las personas conozcan su significado ancestral, pero en especial los niños y los jóvenes que son - desde su perpectiva- quienes lo necesitan porque están en crecimiento. "Como es nuestro, no se olvida, pero los demás deben conocerlo", apuntó.

El reconocimiento fue bien recibido por el sector ambiental del país, que destacó el diálogo de saberes presente en la investigación. Manuel Rodríguez, exministro de Ambiente, indicó a través de cuenta de Twitter que "el diálogo de saberes recibe un reconocimiento histórico con el Premio Nacional en Ciencias, Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible 2020, otorgado a Óscar Romualdo (Román) Jitdutjaaño, anciano sabedor indígena, y Juan A Echeverri, docente de la Unal, Leticia". 

Durante la ceremonia de este premio, considerado como el más alto galardón científico que se entrega en el país, recibieron mención de honor en la categoría medioambiente y desarrollo sostenible Juan David Reina Rozo, docente ocasional de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, por la investigación Implicaciones de la colaboración en ecosistemas de innovación local, estudio de caso múltiple en Uganda y Colombia, al igual que Carlos Andrés Duque Acosta, investigador independiente, por la investigación denominada La ampliación ontológico- política del buen vivir / vivir bien como praxis transmoderna

La Fundación Alejandro Ágel Escobar, que este año cumplió 65 años y que se encarga de organizar este premio, también galardonó a varios investigadores en las categorías ciencias sociales y humanas, y solidaridad.  

En ciencias sociales y humanas el ganador fue Leonardo Ordóñez Díaz, profesor e investigador de tiempo completo de la Escuela de Ciencias Humanas de la Universidad del Rosario en Bogotá por su investigación "Ríos que cantan, árboles que lloran. Imágenes de la selva en la narrativa hispanoamericana". 

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"Este trabajo nació por la preocupación por el porvenir de las selvas y de sus pobladores en el seno de la globalización y muestra cómo las visiones tradicionales del mundo selvático han propulsado los daños ecológicos que sufren hoy los bosques tropicales del continente. La investigación brinda un repertorio de los imaginarios que dominan nuestra percepción del mundo selvático y sugiere claves para liberarnos de su influjo nocivo, examiando las relaciones económicas desiguales que perpetpuan el deterioro de las selvas, además, abre ventanas a percepciones alternativas de la selva, que son un fuente de inspiración muy poco explorada, de cara a promover una alfabetización ecológica adaptada a los retos del presente", señaló Ordóñez. 

En lo referente a solidaridad el ganador fue el Colectivo de Comunicaciones Montes de María Línea 21.