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Debido a que el bocachico sinuano o nativo de Córdoba no pudo atravesar por los túneles de la hidroeléctrica por la presión del agua, no pudo volver a desovar y desapareció. Lo mismo sucedió con otras especies de pescado. Foto: Alexandra McNichols-Torroledo- Colombia hoy.

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Metilmercurio, el veneno que está matando a los indígenas Emberá en Colombia

Varios estudios han encontrado que la concentración más alta de este químico se registra entre los niños y jóvenes de 2 a 15 años, seguida por las madres gestantes de esa comunidad étnica.

Alexandra McNichols-Torroledo*
18 de noviembre de 2020

Aunque el Departamento de Toxicología de la Universidad de Córdoba ha realizado estudios periódicos de toxicología desde el 2004, hoy se desconoce que la hidroeléctrica Urrá S.A. ha contaminado a la población Emberá del Alto Sinú, en el sur de Córdoba, por más de una década con metilmercurio.

Este tipo de mercurio es una de las neurotoxinas más potentes que afecta a la salud de los seres humanos. Los Embera han dependido tradicionalmente de la pesca para su subsistencia diaria y para su dieta, por lo que la ingesta de pescado contaminado es la fuente del metilmercurio.

La lideresa Emberá del Alto Sinú, Nebituma, en lenguaje Emberá, o Martha Domicó Domicó, en castellano, ha estado alertando a las autoridades indígenas y a las comunidades sobre la contaminación.

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Mientras tira el anzuelo dice: “Es por eso que tenemos tantas enfermedades que no sabemos de dónde salen. Mi pueblo se está muriendo de hambre y también el río está enfermo”.

Me pregunta y sonríe: “¿Usted sabe que en el lenguaje Emberá el río Sinú se llama Kerado?  Kera quiere decir perfumado y Do río, el río perfumado, antes era así. Pero ahora hay épocas del año en que el nivel es muy bajo y solo arrastra lodazal. Urrá mató al bocachico nativo, que la gente llamaba sinuano y al Kerado. Nos prometió educación, electricidad y agua potable que no tenemos 20 años después. Ahora vamos de mal en peor, el río y los peces están contaminados”, dijo.

Para Nebituma, Urrá es como la hormiga conga o Jenzerá, que en la cosmogonía Embera acaparó toda el agua y los peces, dejando al resto sin nada.


Hidroeléctrica Urrá en Córdoba, Colombia. Foto: Alexandra McNichols-Torroledo.

Nebituma, es la hija del líder de la resistencia indígena, Kimy Pernía Domicó, desaparecido el 2 de junio de 2001 y luego asesinado bajo las órdenes de los paramilitares Carlos Castaño y Salvatore Mancuso.

Ese mismo año, Castaño, -en entrevista con el periodista y filósofo francés Bernard Henry Levy - dijo que “Kimy había sido asesinado porque era un obstáculo para la construcción y el buen funcionamiento de la represa de Urrá en el departamento de Córdoba”. Seis años atrás, Kimy había organizado una marcha funeraria por el río Sinú a la que llamó “Do Wambura o Adiós al Río Sinú". Esa fue la última vez que las balsas tradicionales de los indígenas navegaron el río, sin su cauce ya no pudieron atravesar el embalse.

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En 1996, Pernía Domicó participó de la toma pacífica a la Embajada de Suecia y, posteriormente, lideró la marcha, desde Córdoba a Bogotá por el incumplimiento de la hidroeléctrica frente a los acuerdos hechos tras el "Do Wambura". El líder Embera Katio entabló una tutela ante la corte de Colombia y testificó en contra de Urrá ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en Canadá.

Según el reciente testimonio de Salvatore Mancuso, desde la cárcel en Estados Unidos para la Comisión de la Verdad: “Kimy fue asesinado y enterrado cerca de Tierra Alta, en una finca en Córdoba. Pero cuando venían a hacer el levantamiento del cadáver, dieron la orden de desenterrarlo y sus restos fueron arrojados al río Sinú”.


Nebituma o Martha Cecilia Domicio, en castellano, lideresa Embera sostiene la foto de su padre Kimy Pernía Domico, desparecido y asesinado en el 2001 por oponerse a la hidroeléctrica. Foto: Alexandra McNichols-Torroledo.

Entre 1995 y 2001, dieciséis líderes Embera Katío del Alto Sinú fueron asesinados a manos de paramilitares en Córdoba por oponerse a la represa de Urrá. Más de 3.200 Embera fueron desplazados y reubicados en barrios marginales o dentro de la represa, condenados a vivir sin educación ni salud. El bosque sagrado de 7.400 hectáreas en el Nudo del Paramillo que les perteneció por siglos, fue inundado y sus sitios sagrados fueron profanados. El bocachico nativo o bocachico sinuano, fuente de comida de los indígenas, desapareció de la dieta tradicional Embera y también desapareció el río Sinú en el área de la represa.

A pesar de que Urrá ha repoblado 50.594.298 de alevinos de bocachico para cultivo en el embalse, desde el 2001 hasta el 2019, ese bocachico, no es el nativo o sinuano que despareció con el embalse.

Paul Sánchez Puche, profesor de ingeniería ambiental e investigador de los impactos de las hidroeléctrica Urrá, señala que “con el embalse, el bocachico sinuano no volvió a hacer la subienda. Le fue imposible pasar por los túneles de la hidroeléctrica debido a la velocidad y la fuerza del agua. No pudo desovar más en la parte alta del río Sinú y desapareció. El bocachico que hay en la represa, es otra especie que se cultivaba en tanques. El bocachico sinuano o nativo no se reproduce en cautiverio", sostuvo.  

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Debido a los beneficios que trae la electricidad, se nos ha vendido la idea de que la energía producida por las hidroeléctricas es un recurso económico, confiable, limpio e incluso verde, hecho para el bienestar de todos. Pero es una realidad estremecedora saber que, a 20 años de la construcción de la hidroeléctrica, ni los Embera que están viviendo dentro de la represa ni los desplazados en Tierra Alta, ni los del resguardo, tienen electricidad o agua potable por parte de la hidroeléctrica.

Hay en algunos pocos tambos o casas tradicionales que tienen luz a ciertas horas por medio de energía solar que se obtiene de unos paneles instalados por el Gobierno en el 2015. Muchas de las casas tradicionales Embera ubicados en las laderas del embalse, están a punto de derrumbarse y caerse a debido a la sedimentación producida por la hidroeléctrica. Tampoco hay una sola escuela en pie.

Nebituma, recuerda que Urrá nunca les explicó bien a las comunidades lo que iba a pasar y comenta que no se llevó a cabo la concertación ni el programa de etno-desarrollo propuesto por la empresa.

“Urrá solo llevo a cabo programas básicos de salud, educación y procesos productivos a corto plazo. Esos proyectos necesitaban ser a largo plazo para ser útiles. Hoy no tenemos ningún tipo de sostenibilidad económica o alimentaria. Se hicieron los pozos para piscicultura, pero no nos capacitaron en ello. Luego, sin concertar, dieron una indemnización por cada niño nacido y se nos obligó a procrear más; nuestros hombres se volvieron alcohólicos y bígamos. Indemnización que ya no recibimos y no tenemos nada de ingresos. Y ahora nos enteramos de esto, de la contaminación con mercurio”, dice Nebituma. 


Hoy los Embera carecen de acueducto y electricidad, salud y educación. En la imagen un bebé Embera espera a su madre en la tina mientras se baña, en el barrio la Esmeralda en Tierra Alta, Córdoba. Foto: Alexandra McNichols-Torroledo.

En 1999, cuando se expidió la licencia para el llenado del embalse, Urrá no removió nada del vasto bosque ni de las especies que inundaron para hacer el embalse. Esas biomasas o materias vivas existentes en el ecosistema en su proceso de descomposición se transformaron en alimento para la bacteria que convierte el mercurio inorgánico en metilmercurio. Algo que se desconoce en Colombia, a pesar de que se llevan haciendo investigaciones mundialmente sobre este tema hace 30 años.

José Marrugo-Negrete, autor de los estudios de mercurio en Urrá, explica que “las biomasas en su proceso de desintegración entran en contacto con el mercurio que existe en la naturaleza, tanto en el suelo como en el agua, ya sin oxígeno, convirtiéndose en metilmercurio. Los peces se alimentan de este plancton y fitoplancton contaminado o lo aspiraron por las branquias y luego pasa a los seres humanos con el consumo del pescado”.

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Así las cosas, el metilmercurio ha estado pasando a los Emberá Katíos del Alto Sinú por medio del consumo diario de peces contaminados, ya que el pescado es la proteína más importante en la dieta tradicional Emberá. Este también es el caso de los los indígenas Inuit o Innu, quienes desde el 2016, llevan una lucha con la hidroeléctrica Muskrat Falls por contaminación de metilmercurio en Labrador, Canadá.

Los estudios del ingeniero con doctorado en química José Luis Marrugo-Negrete, director del Laboratorio de Toxicología y Gestión Ambiental de la Universidad de Córdoba, han sido publicados en el magazín científico de Springer y han sido sociabilizados en Colombia desde hace más de una década. Los análisis fueron primero hechos a través de monitoreo de peces del 2004 al 2010, y luego en muestras en músculos dorsales de pescados, agua y suelo que se recolectaron en la hidroeléctrica.  


Nebituma, la lideresa Embera señala a los tanques de piscicultura llevados a cabo por la empresa Urra abandonados por falta de educación en este tema. Al fondo se observan las casas de los desplazados Embera. Foto: Alexandra McNichols-Torroledo.

El primer estudio titulado: Mercurio Total en Pescados del Embalse de Urrá, concluyó que había acumulación de mercurio en el embalse y un incremento de este elemnto químico con respecto a la longitud del pez. Esto significa que hay un proceso de bio-magnificación, es decir, concentración y aumento del mercurio, en la cadena alimenticia.

El estudio reveló también que los niveles de mercurio detectados en las muestras de peces del embalse Urrá, eran mayores para el mismo nivel trófico que las reportadas en otras regiones de Colombia y Brasil con presencia de fuerte actividad minera, a pesar de que los peces del embalse de Lago Manso tenían el doble de la longitud de los peces de Urrá.

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Marrugo- Negrete, en sus dos estudios consecutivos hizo análisis de mercurio en muestras de cabello de Embera y analizó la relación de las concentraciones de mercurio con el consumo de pescado. Se realizaron entrevistas con los indígenas acerca de su dieta y de la pesca.

Las investigaciones, que se hicieron entre el 2008 y 2009, demostraron que hay contaminación de metilmercurio en la población. La concentración más alta de mercurio se registró entre los niños y jóvenes de 2 a 15 años, seguida por las madres gestantes, en un rango de los 16 a los 49 años. Un 89 por ciento de las muestras de cabello superaron el límite de mercurio establecido por el programa del Medio Ambiente de las Naciones Unidas, UNEP.


Después de veinte años de construcción de la hidroeléctrica los Embera Katio del Alto Sinú carecen de escuelas y de un sistema de educación. Foto: Alexandra McNichols-Torroledo.

La contaminación de metilmercurio afecta el cerebro y el sistema nervioso desde de los fetos hasta los 21 años, impactando el pensamiento cognitivo, la memoria, la concentración, el lenguaje y las habilidades motrices y espacio-visuales de las personas, como señala la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Los síntomas de la intoxicación por metilmercurio son la pérdida de la visión periférica, falta de coordinación de movimientos, dolores de cabeza, disfuncionalidad del habla y la audición, debilidad muscular, temblores y disfuncionalidad al caminar, entre otros. El metilmercurio produce toxicidad neurológica en los niños afectando a la función cognitiva, la memoria, la función visual-motora y al lenguaje. Lo que es preocupante en el caso de los Embera ya que la población mayoritaria es la infantil.

Los estudios de Marrugo-Negrete generaron alertas de que los niveles de metilmercurio en los Embera Katío del Alto Sinú eran más altos que los de las poblaciones de las hidroeléctricas de Flix, en España, y de Babel en Rumania.

El metilmercurio - según lo indican los estudios - está concentrado y aumentado por bio-magnificación en la cadena alimenticia en los peces carnívoros del embalse, como el moncholo y la doncella, entre otros, que se alimentan de otros peces y organismos ya contaminados.

Urrá responde 

Enrique Kerguelén Méndez, gerente Técnico Ambiental de la empresa Urrá S.A., manifestó en respuesta escrita que “Urrá viene realizando con la Universidad Pontifica Bolivariana monitoreos de la calidad del agua, no detectándose presencia de mercurio”.

Agregó que la empresa desde el año 2000, realiza un monitoreo anual de salud en el resguardo del Alto Sinú con énfasis en enfermedades asociadas a los embalses. "Hasta la fecha no se han detectado nuevas patologías, incluyendo aquellas relacionadas con la ingesta de agua o peces contaminados con mercurio”. 

Por su parte, Marrugo-Negrete, director del Instituto Regional del Agua (IRAGUA), encontró en su primer estudio adelantando en 2009 que la concentración de mercurio en agua medida del embalse Urrá, eran mayor que los valores de base reportados para el embalse de Lago Manso, en Brasil. 

Más fuentes

Al nudo de Paramillo donde está ubicada Urrá, llegan otras fuentes externas de contaminación de mercurio que viajan por un fenómeno de transmisión atmosférica, en grandes nubes que se desplazan a gran distancia y se precipitan en áreas de alta pluviosidad. Los vientos del río San Jorge los arrastran al nudo del Paramillo.

Estas fuentes externas de contaminación de mercurio, que posiblemente están contribuyendo a la producción de metilmercurio en Urrá -como lo señala Marrugo-Negrete- provienen de la cuenca del río San Jorge, en donde hay quema de carbones por parte de una térmica, y principalmente de la minería de oro del bajo Cauca y Antioquia. Estos contaminantes de mercurio se arrastran al embalse y convierten a Urrá, en palabras de Marrugo, "en un reservorio o un organismo propicio para el metilmercurio. Si no existieran estas fuentes externas el pico del mercurio en Urrá bajaría”, sostiene. 

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Siguiendo las recomendaciones de los estudios de la Universidad de Córdoba, Nebituma visitó a final del año pasado y en septiembre del año en curso, a los Emberá del Alto Sinú para dar el primer paso que consistía en alertar a las comunidades de la contaminación.

La segunda recomendación era hablar con los pescadores Emberá para que desechen los peces carnívoros en sus pescas con atarraya, flecha o anzuelo y así solo consumir peces que no son carnívoros y que tienen menos contaminación como la liseta, yalua y el bocachico. Pero la respuesta de los pescadores fue que no podían quitarles la proteína a sus familias, ya que la mayoría de sus faenas son de peces carnívoros y la caza desapareció con la hidroeléctrica.


Nebituma, la lideresa Embera les explica a los pescadores en lenguaje Embera del problema de la contaminación y que se deben descartar los pescados carnívoros de su alimentación. Foto: Alexandra McNichols-Torroledo.

En su recorrido, Nebituma encontró a los 584 Emberá desplazados el 30 marzo de 2019, en Simbra, quienes fueron amedrentados con disparos para desplazarlos, usando las mismas tácticas que se emplearon cuando se estaba construyendo Urrá.

Hay un temor constante entre los Katío del Alto Sinú con que se lleve a cabo Urrá II, ya que para el 2024, se ha planeado construir ocho hidroeléctricas más en Colombia, incluida la segunda fase de Urrá.

La tercera recomendación de Marrugo-Negrete, consiste en implementar una dieta para los indígenas que contenga antioxidantes, como los frutos del bosque y el selenio de los alimentos, como se encuentra en el maní y las habas, entre otros. El selenio como elemento químico de la tabla periódica no se puede consumir por si solo porque puede intoxicar al cuerpo. El equipo científico del Departamento de Toxicología de la Universidad de Córdoba investiga actualmente qué tanto de selenio pude dársele a los peces y cómo puede suministrarse a las poblaciones. 

Al conocer los estudios que adelanta el Departamento de Toxicología, la compañía Pirotécnica Ingeniería de Cali, presentó a Marrugo la propuesta de usar la semilla del árbol de Olla de Mono que contiene selenio, ya que con la semilla de este árbol se puede fabricar un concentrado de harina para alimentar a los peces del embalse.

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A través del consumo de los alimentos se podrá contrarrestar el efecto del mercurio en la población Emberá. Todavía hay que probar la harina para saber si esta estrategia funciona. El selenio de la Olla de Mono contiene proteínas que aumentan las defensas del cuerpo humano, como lo ha probado la literatura científica. Al incrementar las defensas del cuerpo de los Emberá, se disminuirían los efectos de la contaminación de mercurio.

La Olla del Mono despareció de Córdoba, pero se encuentra en la zona de Magdalena y del Atlántico de manera abundante. La empresa de Urrá podría concluir el proyecto de piscicultura en el resguardo, el cual trató de implementar cuando se construyó la represa, educando a los Emberá y dotándolos con lo necesario para este sistema. Los pescados de los estanques de piscicultura podrían ser alimentados con el selenio, en forma de alimento producido con la Olla de Mono y así eliminar el consumo de peces contaminados del embalse. De igual manera, los millones de alevinos repoblados por la represa Urrá podrían ser alimentados con selenio.

Ojo al suicidio 

Antes de regresar a Tierra Alta de su recorrido para alertar a las comunidades de la contaminación por mercurio, Nebituma habló con una joven que ha tratado de suicidarse dos veces y no sabe la razón. La joven Emberá solo recuerda que antes de ponerse la soga al cuello, sufre de dolores de cabeza extremos y de temblores y que a partir de allí pierde el conocimiento. 

Nebituma, cuestiona a Marrugo si hay una relación entre los casos de suicidio de los jóvenes Emberá, que han aumentado en Córdoba en los últimos diez años, y la contaminación por mercurio

Marrugo responde que el metilmercurio produce dolores de cabeza y ansiedad en casos en donde ya se sabe hay un precedente de contaminación. Afirma que para poder hacer la aseveración de que existe una relación entre el suicidio y esta sintomatología, habría que hacer un estudio de la población joven y mediciones en sangre y cabello de la concentración del mercurio. “Nosotros como investigadores tan solo podemos generar alertas de nuestros estudios y las secretarias de salud municipal y departamental deben reportar esto a la plataforma al Sistema de Vigilancia para la Salud Pública (SIVIGILA) en Colombia. Este Sistema de Vigilancia se encarga de tomar decisiones para prevenir enfermedades de riesgo a los colombianos", explica. 


Tambo, o casa tradicional, en las laderas del embalse a punto de caerse en el embalse debido a la sedimentación y escurrienta de suelos que siguen deforestándose en la hidroeléctrica. Foto: Alexandra McNichols-Torroledo.

Nebituma nos cuenta que en 1995 los Nokos, mayores y autoridades tradicionales Emberá, entre ellos su abuelo cacique, se opusieron a la represa por la visión que tuvieron de que la hidroeléctrica acabaría con su pueblo. “Ya no navegamos en balsas, sino tenemos que pagar en el Puerto de Frasquillo el peaje de la gasolina del Johnson (la lancha); ya no andamos libres, ya no hay río ni peces sanos, ni animales para cazar, ni pan coger. Hemos sido castigados por Karagabi, nuestro dios, por no haber cuidado el agua de las manos de Jenzerá, la hormiga conga. A pesar de esto, todavía estamos en pie de lucha para proteger a nuestros hijos, jóvenes y mujeres, y aquellos que han sido contaminados por 20 años. Le exigimos al Gobierno que se responsabilice por la contaminación con mercurio y por los daños causados a nuestra salud física y a nuestra cultura. Urrá les pertenece”, apunta.

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Enrique Kerguelén Méndez, vocero del embalse expreso que la Empresa Urrá S. A. ESP respondió, responde y responderá por asuntos asociados al impacto del llenado del embalse y la operación de la hidroeléctrica, exclusivamente.

Hoy, las escurrientes del suelo siguen deforestándose en las laderas del embalse, absorbiendo constantemente el mercurio natural. A esto se suman, las fuentes difusas de contaminación que llegan al Nudo de Paramillo, por vía atmosférica y por los ríos. Un ciclo permanente de mercurio. Es urgente que Urrá en su monitoreo de salud evalúe a toda la población Embera Katio del Alto Sinú con muestras de cabello y sangre para análisis de mercurio y así prevenir una crisis de salud.

*Comunicacdora Social y Periodista, maestra en Literatura Hispanoamericana y doctora (MFA) en fotografía de la Universidad Indiana State University.