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120 curtiembres hacen presencia en Villapinzón y Chocontá. Foto: CAR. | Foto: Curtiembres - CAR

GRUPO RÍO BOGOTÁ

Curtiembre en Chocontá continúa contaminando al río Bogotá

La Florida no ha cumplido con varias medidas de suspensión de actividades impuestas desde 2018, razón por la cual la CAR podría ordenar su cierre definitivo o sancionar a su dueño hasta con 5.000 salarios mínimos diarios.

24 de septiembre de 2020

* Este es un contenido periodístico de la Alianza Grupo Río Bogotá: un proyecto social y ambiental de la Fundación Coca-Cola, el Banco de Bogotá del Grupo Aval, el consorcio PTAR Salitre y la Fundación SEMANA para posicionar en la agenda nacional la importancia y potencial de la cuenca del río Bogotá y  sensibilizar a los ciudadanos en torno a la recuperación y cuidado del río más importante de la sabana.

Luego de dar sus primeras gotas en el páramo de Guacheneque, el río Bogotá zigzaguea cristalino y calmado por las veredas de Villapinzón, un trayecto de 10 kilómetros rodeado por los árboles del bosque alto andino y decorado por el revoloteo de las aves.

La pureza inmaculada del afluente sagrado de los muiscas llega a su fin al ingresar a los cascos urbanos de Villapinzón y Chocontá, municipios que basan su economía en los cultivos de papa y el curtido de pieles para la elaboración de bolsos, cinturones, chaquetas y zapatos.

El río Bogotá recibe su primer golpe contaminante en los cascos urbanos de Villapinzón y Chocontá. Foto: Jhon Barros.

Estos territorios de la cuenca alta del río Bogotá albergan 120 curtiembres, una actividad que genera vertimientos químicos de los procesos de curtido, pelambre y descarnado, líquidos contaminantes que hacen convulsionar al afluente.

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En su paso por Villapinzón y Chocontá, las aguas del alma de la sabana pasan de un nivel de contaminación mínimo a uno regular (de 1 a 3), según los objetivos de calidad del agua de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR).

Las curtiembres son el primer verdugo del río Bogotá en la cuenca alta. Foto: CAR.

De las 120 curtiembres que albergan estos municipios, sólo 22 han construido Plantas de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) para cumplir con los parámetros ambientales y no afectar al río Bogotá, establecimientos que hacen parte del proyecto de producción más limpia de la CAR.

Otras 25 curtiembres son asesoradas por la autoridad ambiental para cumplirle al río, mientras que las demás son monitoreadas constantemente por los expertos de la CAR para establecer sus posibles afectaciones ambientales.

Verdugo reincidente

En un operativo de control realizado en la vereda el Chingacío de Chocontá, la CAR y la Policía evidenciaron que una de estas curtiembres, llamada La Florida, le descargaba directamente al río Bogotá un vertimiento de líquidos peligrosos proveniente del proceso de curtido de pieles.

“Esta actividad no contaba con ninguna autorización por parte de la autoridad ambiental. Por eso, y buscando evitar que continúe la afectación, procedimos a suspender el vertimiento e imponer una medida preventiva al establecimiento”, dijo Clara Álvarez, líder de la unidad integrada de gobernabilidad ambiental de la CAR. 

La Florida es una de las curtiembres que siguen contaminando al río Bogotá. Foto: CAR.

No es la primera vez que La Florida contamina las aguas del río Bogotá. “Desde el mes de febrero de 2018, la autoridad ambiental encontró méritos para abrir un expediente de carácter sancionatorio en contra del infractor, lo que generó el inicio de una investigación por el presunto incumplimiento de la normatividad ambiental”, expresó Álvarez.

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En 2019, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, a través de la magistrada Nelly Yolanda Villamizar, ordenó la suspensión de actividades en esta y otras curtiembres de Villapinzón y Chocontá por afectar al afluente más importante de la sabana.

Este nuevo hallazgo constituye un desacato a una orden judicial y un incumplimiento a las medidas preventivas impuestas por la CAR, lo que indica un agravante más dentro del proceso sancionatorio que cursa en su contra”, precisó la experta.

La curtiembre podría ser cerrada definitivamente por atentar contra el río más importante de la sabana. Foto: CAR. 

Como La Florida cuenta con un proceso sancionatorio, la corporación evalúa dos posibles castigos: el primero sería el cierre definitivo de la curtiembre y el segundo una multa a su dueño que podría llegar hasta los 5.000 salarios mínimos diarios legales vigentes. 

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“El posible cierre definitivo o las sanciones económicas dependen de que se surtan todas las etapas del proceso de investigación contra la curtiembre”, aseguró la CAR.

La autoridad ambiental reiteró el llamado a los curtidores que operan en estos municipios sin los instrumentos ambientales necesarios. “Las curtiembres deben legalizarse y así evitar cuantiosas multas, decomisos y hasta el cierre definitivo de los establecimientos, debido a la grave afectación que causan a las fuentes hídricas los vertimientos generados por esta actividad”.

Así luce el río Bogotá antes de ingresar a los cascos urbanos de Villapinzón y Chocontá. Foto: Jhon Barros.

Actividad aferrada

Las 120 curtiembres de Villapinzón y Chocontá conforman la segunda zona del país con mayor producción curtidora, luego de los cerca de 300 establecimientos ubicados en el barrio San Benito en Bogotá.

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La actividad curtidora llegó a estos territorios de la sabana en la época de la conquista, cuando inmigrantes de Marruecos, país experto en la producción de zapatos en cuero, les enseñaron a los pobladores a convertir la piel de una vaca en materia prima.

La CAR continuará metiendo en cintura a las curtiembres de la cuenca alta del río Bogotá. Foto: CAR.

Primero lo hicieron artesanalmente en las rondas del río Bogotá y sus afluentes, sitios en donde ablandaban los cueros con sus propios pies. Luego les aplicaban ácido sulfúrico, los limpiaban y les añadían los taninos de la corteza de los árboles de encenillo para que no se descompusieran.

Con el paso del tiempo, los curtidores fueron montando sus rudimentarias bodegas para curtir en sitios cercanos a los ríos y así descargar los vertimientos contaminantes sin ningún tipo de control, proceso que ha pasado de generación en generación en las familias de ambos municipios.