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Es la primera vez que el cangrejo sabanero es visto en los humedales del Ecoparque Sabana. Foto: Darwin Ortega. | Foto: Cangrejos - Jaime Duque

GRUPO RÍO BOGOTÁ

Regresó el cangrejo sabanero a Tocancipá

Este crustáceo, único del altiplano de Cundinamarca, apareció en los humedales recuperados del Ecoparque Sabana del Jaime Duque, una luz de esperanza para una especie en peligro de extinción. Ranas sabaneras, guapuchas, ostras y camarones también se ven en la zona.

Jhon Barros
17 de julio de 2020

El cangrejo de la sabana o sabanero (Neostrengeria macropa), un crustáceo con cerca de cuatro centímetros de longitud y cinco hileras longitudinales espinosas, es una especie única del altiplano cundinamarqués, es decir que no habita en ninguna otra parte del mundo. 

Abundaba en la cuenca del río Bogotá, en especial en los cuerpos de agua ubicados entre los 2.200 y 2.900 metros sobre el nivel del mar. Sin embargo, desde hace más de 30 años, el cangrejo es sometido a una pesca artesanal no sostenible con fines comerciales, una sobreexplotación que lo tiene en peligro de extinción.

El cangrejo sabanero es una especie endémica del altiplano cundinamarqués, en especial por las zonas aledañas al río Bogotá. Fotos: Sebastián García - publicada en iNaturalist.

Estos crustáceos, que no superan los 15 gramos de peso y con un cuerpo de color rojizo, son sacados del agua por medio de canastos llenos de intestinos de peces, que los campesinos cuelgan cerca de las orillas en la noche. 

Luego son llevados a sitios como las plazas de mercado de los pueblos de la cuenca alta del río Bogotá y la capital del país, donde los licuan para hacer menjurjes supuestamente afrodisíacos llamados Levanta muertos o Berraquillo.

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La fragmentación de los humedales, la deforestación, la contaminación del agua por los vertimientos industriales y residuales, la minería, el desarrollo urbano, la densidad poblacional y la introducción de especies exóticas, también han mermado su población.

En las plazas de mercado elaboran bebidas con los cangrejos sabaneros lucuados. Fotos: archivo.

En municipios como Tocancipá, el cangrejo sabanero no se veía desde hace varios años. La proliferación de la industria y el incremento de los cultivos y la ganadería, causaron profundas heridas en los ecosistemas donde habitaba el crustáceo, como el humedal Arrieros, que desapareció por la actividad del hombre.

En los años 90, el cangrejo sabanero era una de las especies que abundaba en los cuerpos de agua del Parque Jaime Duque. Sin embargo, con el paso de los años su población fue disminuyendo de manera vertiginosa. La última vez que se registró una mínima población fue en el año 2011, en el lago de los patos del Bioparque Wakatá (antiguo zoológico).

En el pasado, el cangrejo sabanero abundaba por toda la cuenca alta del río Bogotá. Foto: Jhon Barros.

Un nuevo hábitat

Desde 2016, el Parque Jaime Duque empezó un proceso de restauración ecológica en 70 hectáreas ubicadas al otro costado del establecimiento, una zona que durante décadas fue destinada a los cultivos y la ganadería, actividades que la convirtieron en un peladero árido y sin vida. 

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Poco a poco los expertos empezaron a recuperar lo que el hombre le había arrebatado a la naturaleza. Por medio del retiro de la vegetación invasora y varias obras, lograron reconformar los humedales Arrieros y Jaime Duque, ecosistemas que abarcan cerca de 13 hectáreas donde la biodiversidad ya empezó a dar de nuevo las muestras de su belleza.

Tocancipá ahora cuenta con un refugio para la biodiversidad en medio de la proliferación de la industria. Foto: Darwin Ortega.

En el Ecoparque Sabana, nombre dado a este proyecto de conservación ambiental, hay registro de 113 especies de aves, algunas nativas del territorio como la tingua bogotana, el pato turrio y la tingua pico verde, y nueve de mamíferos como murciélagos, zorros, comadrejas y curíes. Más de 60.000 plantas nativas han reverdecido la zona.

Hace pocos días, Darwin Ortega, director del Ecoparque, estaba monitoreando las zonas de humedales para registrar las especies de animales. Un cangrejo rojizo en una de las orillas del humedal Arrieros llamó de inmediato su atención. “Al comienzo pensé que era el cangrejo americano, una especie invasora introducida que hace presencia en el lugar y que es controlada por las aves, en especial los zambullidores”.

Darwin Ortega, director del Ecoparque Sabana, monitorea a diario la fauna y flora de los humedales Arrieros y Jaime Duque. Foto: archivo Darwin Ortega.

Al acercarse a la zona, Ortega corroboró que se trataba del cangrejo sabanero, un avistamiento que indica el buen estado ecológico que presentan estos humedales restaurados en Tocancipá. “Las condiciones que se han venido dando en el Ecoparque son favorables para que se puedan desarrollar este tipo de organismos. Es la primera vez que logramos registrar un cangrejo sabanero en la zona”.

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En 2019, Martha Rocha Campos, docente del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, evidenció que el cangrejo americano (Procambarus clarkii) no sólo desplaza del territorio al cangrejo sabanero: también lo mata al transmitirle un hongo.

“Hicimos un experimento con las dos especies para analizar el comportamiento en un mismo espacio. En pocas horas, los cangrejos sabaneros murieron. Todos tenían una película blancuzca sobre los caparazones, un hongo transmitido por los cangrejos americanos y que les causa la muerte”, dijo la docente.

Es la primera vez que un cangrejo sabanero es registrado en el Ecoparque Sabana. Foto: Darwin Ortega.

Según Ortega, la población de cangrejos americanos en el Ecoparque está controlada por las aves. “Esta especie apareció en 2017 cerca de los vallados que hay en la zona. Un trabajo con la Universidad UDCA determinó que en ese año habían como 50 de estos cangrejos, cifra que ha disminuído bastante por el control de las aves, una regulación natural de los ecosistemas. Especies acuáticas como garzas y zambullidores alimentan a sus crías con este cangrejo”.

La zona donde fue registrado el cangrejo sabanero está retirada de los vallados donde hace presencia su verdugo americano. “Los más posible es que en el humedal Arrieros haya más sabaneros, por lo cual seguiremos realizando monitoreos. Como este cangrejo es pequeño, puede ser confundido con otras especies”, indica el director del Ecoparque.

La presencia del cangrejo sabanero evidencia el buen estado en el que están los humedales. Foto: Darwin Ortega.

El experto ha evidenciado que en los municipios de la cuenca alta del río Bogotá aún venden al cangrejo sabanero en las plazas de mercado, una acción que no sólo pone en peligro a la especie sino que puede ocasionar problemas de salud por su consumo.

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La ciencia demostró que el consumo del crustáceo puede causar enfermedades a las personas, ya que estos animales son vectores de un tremátodo que usualmente está en algunas especies de caracoles.

Cuando el cangrejo se come al caracol, el parásito ingresa a su parte branquial. Como el cangrejo no es cocinado sino licuado en las plazas, el parásito no muere. Ya está demostrado que produce enfermedades pulmonares si es consumido”, reveló Campos.

El cangrejo sabanero es vendido en las plazas de mercado, donde lo licuan para elaborar bebidas supuestamente afrodisciacas. Foto: Darwin Ortega.

Un estudio elaborado por expertos de Estados Unidos y la Universidad Nacional, publicado en la Revista Colombiana de Ciencias Pecuarias en 2018, reveló que 293 millones de personas en el mundo están en riesgo de infección por consumir crustáceos decápodos crudos, como el sabanero. “La prevalencia de la infección en este cangrejo fue del 17,2 por ciento, es decir que sí existe riesgo para la salud humana”, cita el estudio.

“Hay una contradicción entre varias autoridades. Mientras el Ministerio de Ambiente cataloga al cangrejo sabanero como una especie en peligro de extinción, una resolución de la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (Aunap) lo lista como una de las especies susceptibles de ser aprovechadas en el territorio nacional. Debemos conservar a esta especie nativa y emblemática del río Bogotá y no impulsar su consumo desmedido”, anotó Ortega.

Sinfonía de ranas

Hace cuatro años, cuando empezó el proceso de restauración del Ecoparque Sabana, la población de anfibios era mínima, un panorama causado por la proliferación de pasto kikuyo, la reducción de los espejos de agua, la contaminación por los productos químicos de la actividad agropecuaria y la presencia de buchón.

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En 2016 registramos una que otra rana sabanera en la zona, todas deshidratadas porque no contaban con agua ni árboles para buscar alimento. Esta especie es arborícola y no sólo hace presencia en los cuerpos de agua. El sonido que hacen estos anfibios en la noche era muy tenue”, recuerda Ortega.

Antes de la restauración de los humedales, las ranas sabaneras estaban deshidratadas. Foto: Yerson Cruz.

Con la transformación de las 70 hectáreas del Ecoparque, basada en una reconformación hidrogeomorfológica consistente en cambios en la topografía y profundidad del cuerpo de agua, intervenciones en los bordes con pendientes suaves, construcción de islas y siembra de vegetación, la rana sabanera ahora abunda.

Las hemos registrado tanto en los humedales Arrieros y Jaime Duque como en las ramas de los árboles nativos que sembramos en el Ecoparque, ecosistemas que les brindan refugio y alimento. Con el paso del tiempo, las ranas sabaneras avistadas son de mayor tamaño y de colores más llamativos”, dijo Ortega.

Las ranas sabaneras del Ecoparque Sabana ahora lucen radiantes y cantan durante toda la noche. Fotos: Darwin Ortega.

Ortega recorre los humedales día y noche. Bajo la luz de la luna, el experto ha escuchado la sinfonía que forman las ranas con su canto, sonidos que con los rayos del sol provienen por parte de las 113 especies de aves que habitan en el Ecoparque.

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Esta biodiversidad confirma que la restauración de los humedales es exitosa. A la que no hemos visto es a la rana campanita, una especie típica de los humedales de la sabana de Bogotá, mucho más pequeña que la sabanera y que hace un ruido similar al de una campana. La presencia de aves rapaces indican que en la zona hay alimento”, apunta el experto. 

La rana sabanera, especie única de la sabana, ahora abunda en los humedales de Tocancipá. Fotos: Yerson Cruz y Darwin Ortega.

Más muestras biodiversas

El cangrejo y la rana sabanera no son los únicos animales que han sorprendido a los expertos del Ecoparque: peces guapuchas, caracoles, camarones y ostras habitan en los humedales recuperados de Tocancipá.

Al comienzo del proyecto, debido a los impactos causados durante décadas, la reserva no contaba con la presencia de macroinvertebrados y peces. Los pocos espejos de agua carecían de oxígeno y presentaban altas concentraciones de nutrientes y sedimentación.

Las guapuchas, peces endémicos de la sabana, ahora abundan por los humedales del Ecoparque. Fotos: Darwin Ortega.

Las heces del ganado y los fertilizantes de los cultivos afectaron al suelo y agua. Por eso, los cuerpos hídricos estaban gobernados por plantas invasoras como el buchón, lo que impedía la presencia de estos animales por la carencia del oxígeno”, afirma Ortega.

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Las obras destaparon los cuerpos de agua, que poco a poco se fueron llenando con el líquido de las lluvias. Esto generó una oxigenación y la llegada de ostras de agua dulce, animales muy pequeños que casi no se registran en los humedales por la mala calidad hídrica.

“A la fecha hemos registrado ostras, caracoles y camarones de agua dulce, escarabajos buceadores, pulgas de agua y guapuchas, especies que son parte de la alimentación de las aves y los crustáceos”, dice el director del Ecoparque.

Varias especies de macroinvertebrados le brindan alimento a las aves y peces. Fotos: María Camila Baquero.

Estos hallazgos son posibles por varios convenios del Ecoparque con universidades como la UDCA y La Salle, un trabajo investigativo en el que los estudiantes desarrollan sus prácticas, pasantías y tesis. “Uno de ellos hizo su tesis sobre los macroinvertebrados en los cuerpos de agua, evidenciando los caracoles y las ostras”.

Las guapuchas (Grundulus Bogotensis), una especie que sólo habita en la sabana, pudo llegar Ecoparque a través de los vallados que rodean la zona, una red hídrica que está conectada con los ríos Bogotá y Teusacá.

Una de las garzas del Ecoparque vomitó varias guapuchas, fenómeno conocido como llenura de guapuchas. Foto: Darwin Ortega.

A finales de 2017 registramos por primera vez una guapucha, un pez con un cuerpo de 10 centímetros de largo. Luego empezamos a monitorear con mayor precisión la zona y ya encontramos centenares de adultos y alevinos. Lo más probable es que estos peces transiten por los vallados, que cuentan con una calidad de agua no muy deteriorada”, cerciora Ortega.

Para el experto, la guapucha es una de las especies más sensibles de los cuerpos de agua, ya que cuando se registran cambios en las temperaturas, los alevinos empiezan a afectarse. “Cuando hay mucho sol, el agua de los humedales incrementa su temperatura y las guapuchas se alteran”. 

La guapucha es una especie físicamente parecida a una sardina, pero con las escamas de color dorado. Se alimenta de macroinvertebrados como ostras, camarones y caracoles y habita en las zonas donde está la vegetación acuática, a diferencia del pez capitán, que está en las áreas más profundas. Son fáciles de ver en la vegetación flotante, como el botoncillo y los juncales.

El Ecoparque Sabana es un hervidero de biodiversad para diversas especies de animales: Fotos: María Camila Baquero y Darwin Ortega.

El pez capitán, la especie insignia del río Bogotá, aún no ha hecho presencia en el Ecoparque. Sin embargo, Ortega cree que puede estar en la zona, pero su avistamiento es mucho más complejo y especializado. “Nuestro monitoreo ha estado más enfocado en aves, mamíferos, anfibios y reptiles. Vamos a analizar más detalladamente los cuerpos de agua, trabajo que contará con la colaboración del equipo de monitoreo e investigación, grupo integrado por profesionales en biología, ciencias ambientales, zootecnia e ingenieria ambiental”.

Dos especies de reptiles habitan en este nuevo reservorio biodiverso de Tocancipá: las serpientes sabaneras y laguneras. “La sabanera hace presencia en las 70 hectáreas del Ecoparque y es consumida por la mira. La lagunera habita en las zonas del humedal Arrieros”.


El Ecoparque Sabana fue reconocido el año pasado con el Premio Planeta Azul. Foto: Darwin Ortega.

* Este es un contenido periodístico de la Alianza Grupo Río Bogotá: un proyecto social y ambiental de la Fundación Coca-Cola, el Banco de Bogotá del Grupo Aval, el consorcio PTAR Salitre y la Fundación SEMANA para posicionar en la agenda nacional la importancia y potencial de la cuenca del río Bogotá y  sensibilizar a los ciudadanos en torno a la recuperación y cuidado del río más importante de la sabana.